Para abrir boca, un festival. La centenaria placita, toma la delantera. Lástima que la temporada resulte tan precaria. Como las anteriores, rematada con el cierre de la grande, la de la capital, que ´reposa´ todo el año, convertida en mausoleo.

No hubo la puntualidad acostumbrada de las corridas. En su mayoría, el público entró en el segundo toro. Mientras tanto, llegaba más gente, hasta llenar la placita.

Arriba, dos banderas ondeaban. Los siete toros, en general, fueron flojitos. El primero salió derengado y se caía. Se cambió el tercio en un solo par. Y se acentuó la flojera.

El torero ´Jesulín´ con un animal muy blando, toreó con mucha facilidad, matando de una travesada. Sonó un aviso, que acabó con un descabello y unas palmitas benévolas.

En el cuarto lanceó con mucha facilidad, alternando los derechazos con los naturales, dominando muy bien a su supuesto oponente. Acabó con un desplante y, a sus manos, fueron los dos apéndices del toro.

Parece innecesario contar las añadiduras, el respetable va al coso para pasarlo bien. Y la ocasión no podía ser más propicia.

En el segundo, Finito de Córdoba, (´Finito´) torea con traje de calle. Faena muy fácil, un auténtico entreno. Y acaba con una estocada, paseando las dos orejas.

Rubén Pinar, de entrada, seduce con adorno. No falta la música y el jolgorio del respetable.

Cautiva con buenos naturales, demostrando su maestría y dominio. Acaba con unos redondos; se desata el delirio. Y todo lo demás viene por cuenta fácil.

En el sexto toro, Rubén da otra lección y facilidad ante la flaqueza manifiesta del astado. Se anotan buenos derechazos, que provocan la ´ola´ con desplante, manteo, estocada... y claro: dos orejas.

Temporada precaria

En esta función, se regaló el sobrero. Pasó a la jurisdicción de Pinar. Los banderilleros estuvieron mal, pero junto con la facilidad, con la laxitud y la música, se prestó a un éxito anticipado. El torero abaniqueaba antes de matar de una estocada y naturalmente pasear otra oreja.

Se dice que, para abrir boca, un festival no "cae" nada mal. Y la centenaria placita, se apunta otro año a comenzar la temporada, que pese a lo que pese, se vaticina precaria. Como en las anteriores. Bien rematada con el cierre de la grande, la de la capital, mientras ´reposa´ todo el año, convertida en un mausoleo.

Hacía mucho tiempo que no se regalaba un sobrero. Sin embargo, no podía quedar el animal en los corrales. Entonces era mejor lidiarlo, a beneficio del inventario, con lo que los asistentes, han salido ganando.

No hay nada más destacable. Se pasó bien la tarde. Proliferaron los apéndices, con lo que, la primera función de la temporada, se ha visto culminada con la mencionada benevolencia del respetable. Y todos tan contentos. Quisiéramos que, lo que pueda suceder, tuviera el mismo desenlace.