Encuentros con la mirada. Así han bautizado Rif Spahni y Bárbara Vidal un trabajo fotográfico realizado por siete artistas que se estrenan: Araceli, Consuelo, Eli, Ana Maria, Teresa, Dani y Jordi. Todos ellos anónimos, desconocidos por el gran público pero con un denominador común: son usuarios del Área Hospitalaria de Salud Mental de GESMA.

Durante cinco meses han reflexionado sobre la propia identidad a través del objetivo, familiarizándose con la cámara y expresándose sin palabras. Ayer se inauguró la exposición en Es Baluard Museu d’Art Modern i Contemporani, que podrá visitarse de manera gratuita hasta el 19 de agosto.

Imágenes para entender el mundo y el propio “yo”. Ésa sería la esencia de la exposición, cuya finalidad es desarrollar la experiencia creativa y personal del grupo de GESMA, a la par que darle visibilidad a este colectivo a veces tan olvidado.

En el proyecto se utilizan la fotografía y la creación artística para reflexionar sobre la propia identidad a partir de tres consignas: el autorretrato, el espacio y el objeto. Tras una fase de aproximación al lenguaje visual, los usuarios se han familiarizado con la fotografía y han tomado conciencia de los recursos expresivos que proporciona el lenguaje artístico.

“Con este trabajo ellos han podido expresarse sin palabras y sin hablar; sólo utilizando imágenes”, explica Spahni. Desde el principio, tanto él como Issa Watanabe, impulsora de la iniciativa, apostaron por enfocar el proyecto desde el prisma de la comunicación. “La facilidad para tomar imágenes que permitan entender el mundo y expresarse es la clave del proyecto”, comenta. Y es que hay veces en que cuesta entablar conversación, encontrar las palabras adecuadas. “Con la cámara se comunican y expresan sin tener que hablar”, añade.

Los participantes han tenido total libertad para desarrollar su obra. Llevaron a cabo el trabajo de campo en diferentes localizaciones: el propio centro, el museo, la ciudad o entornos naturales. Reflexionaron y proyectaron una imagen sobre sí mismos a partir de las tres consignas, el autorretrato, el espacio y el objeto. Tras reunir todo el material, tocaba editar.

“En la fase de edición del trabajo nosotros sólo les sugeríamos ideas, pero ellos tenían todo el poder de decisión sobre sus propias obras”, declara Vidal. “Tal vez eso sea lo más complicado del trabajo del artista: elegir qué trocitos de su obra van a exponerse”, añade Spahni. Y es que cada participante ha decidido qué tres imágenes exponer de cada consigna, estableciendo así un diálogo con ellos mismos.

“Estamos más nerviosos que ellos”, bromean Vidal y Spahni. La identificación del espectador con la mirada de los participantes es el mundo. Entender otro trocito de mundo.