El patolicismo ya está presente en la isla. Leo Bassi descansa unos días en su casa de Campanet y como pontífice de la iglesia patólica, ayer convertía el espacio del jardín diseñado para observar las estrellas en un lugar de culto a "su dios", el típico pato de goma amarillo. El patolicismo es una religión que "sacraliza el humor y la risa como expresión del más alto intelecto humano" y sus máximos valores son la humildad, el optimismo y el espíritu lúdico. Precisamente, el monoteísmo será el tema central de la conferencia que impartirá el domingo en el Festival Algarada a S´Alzinar de Son Servera.

El patolicismo cuenta con una capilla en el barrio madrileño de Lavapiés, donde se hacen "misas" los domingos. El actor desvela que pronto habrá otra en Barcelona. La idea de crear esta "religión" se remonta a marzo de 2006 cuando Leo Bassi sufrió un ataque de "fundamentalistas católicos" que colocaron una bomba en el Teatro Alfil donde representaba su función La revelación. "En Palma también sufrí la censura porque el obispado me echó del Teatro del Mar. Muchos teatros de España me censuraron. Estuve tres meses amenazado de muerte y tenía que ir con guardaespaldas. Esto me impulsó a aprender más sobre el monoteísmo en sus tres versiones", es decir, el cristianismo, el Islam y el judaísmo. "Después llegó el espectáculo Utopía, que finalizaba con un pato enorme de plástico que simbolizaba la inocencia positiva y decidí que este positivismo se prolongara más allá de la hora y media de la función", relata Bassi que sentencia que "no hay nada más sagrado que la libertad de risa. Reír en España está mal visto, es un tema tan tabú que incluso han querido matarme".

Leo Bassi lleva el humor en los genes. Es la sexta generación de payasos en su familia pero confiesa que es un "apasionado de la historia" y posee la curiosidad de un periodista. Los ataques sufridos por su espectáculo provocador La revelación, le impulsaron a conocer al "enemigo" para poder hablar sobre él. "Las iglesias están vacías. Lo sé porque he ido a misa. En la iglesia patólica de Madrid pasan unas 500 personas cada fin de semana. Nuestra intención es divinizar la risa", revela. "Soy cómico y me gusta reírme de las cosas pero para hacerlo es vital conocer la historia", razona.

Con todo lo que ha aprendido, ha decidido diseñar una "línea divisoria" entre sus actuaciones cómicas y las conferencias. El domingo impartirá la charla Las historias secretas del monoteísmo contadas por un ateo en el Festival Algarada. "A raíz de mi militancia a favor de una sociedad laica, he querido conocer al enemigo y he acumulado todo un conocimiento sobre el tema del monoteísmo que quiero compartir con mi público", afirma. "Es un trabajo autodidacta, creado a partir de viajes a Oriente Medio y de reflexiones personales basadas en conversaciones con judíos, cristianos y musulmanes", añade. Aunque sea una conferencia, Leo Bassi lleva el humor en la sangre y no faltarán sus provocaciones. "Soy un ateo que se hace preguntas sobre el monoteísmo, por ejemplo, por qué hay cuatro evangelios si en el año 325 existían 270 con varias descripciones de la vida de Jesús", detalla. "Sobre ello no dice nada la iglesia", apunta.

Laico y de convicciones ateas, Leo Bassi busca conocer "la historia por lo que es, no por una narrativa divina", es decir, la Biblia, el Corán o la Torah. "El monoteísmo en sus tres versiones nos cuenta una historia que es tan verdadera como El señor de los anillos o Harry Potter". "Los tres monoteísmos han tenido interés en acallar la verdadera narrativa porque se necesitan unos a otros para convencer a la gente de que la suya fue la verdadera historia", razona. Y de ahí derivamos al conflicto en Palestina. "Están machacando Gaza. Hay muchos movimientos europeos a favor de los palestinos pero, por ejemplo, Arabia Saudí no dice nada porque necesita a Israel, necesita a los judíos porque forman parte de su propia narrativa", argumenta. "Aceptan una falsa narrativa", añade. Su conclusión es que si uno indaga en la verdadera historia, se da cuenta de que "las guerras son inútiles. Tenemos más en común que lo que nos divide".

Ser payaso, una responsabilidad

Tras las reflexiones sobre el monoteísmo, la charla deriva sobre el oficio de payaso ya que en los tiempos que corren, la realidad supera a los bufones. "Para ser payaso hay que amar al ser humano, hay que tener confianza y esperanza. Si no la tienes, mueres. Es lo que le ha ocurrido a Robin William, era un payaso, perdió la esperanza y murió". Leo Bassi acepta que su profesión es genética porque siempre encuentra el lado positivo de las cosas. "Es muy complicado ser payaso porque conlleva una responsabilidad de ser optimista y reírse de todo. A los 40 años no estaba seguro de que fuera un buen payaso pero ahora considero que sí lo soy", confiesa.