Confinada en su silla de ruedas y ciega, Alia, de 24 años, tuvo que abandonar Daraa, en Siria, debido a los combates. "Al principio del conflicto mi familia decidió quedarse porque pensábamos que terminaría pronto. Yo tenía miedo de que huyeran y me dejaran sola". En su huida, lo único importante que se llevó consigo fue su alma, "nada más. Una moto, un carnet de identidad, unas pulseras o unos pantalones son algunos de los objetos con los que miles de personas huyeron de sus hogares en busca de un salvavidas al que aferrarse. El fotoperiodista Brian Sokol suma muchos años retratando refugiados con el tesoro más preciado que decidieron salvar antes de dejar sus casas. Una mirada sobre la vida de estas personas que llega en forma de exposición, The most important thing. Retratos de una huida y que puede visitarse en CaixaForum hasta el próximo 10 de enero.

En los últimos años, Sokol se ha dedicado a documentar las violaciones de los derechos humanos y las crisis humanitarias, dramas que han obligado a más de 15 millones de personas, en países como Siria, Sudán del Sur, República Centroafricana y Malí, a convertirse en refugiados. La muestra que ha organizado 'la Caixa' y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) brinda los testimonios de 24 personas. Unos testimonios que invitan a reflexionar sobre qué haríamos nosotros si nos encontráramos en la misma situación.

"Europa también fue productor de refugiados y estuvo en esta situación. Ahora es al revés, pero la peor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial nos afecta a todos", espetó ayer Sokol en la presentación de una exposición ya contemplada por más de 90.000 personas en Barcelona y Madrid.

"Es necesaria una respuesta más unificada a nivel europeo. Cada país tiene una respuesta, algunas caóticas, pero hace falta una conjunta, unificada", agregó.

Reflexionar sobre cómo les ha afectado en su día a día el hecho de verse forzados a huir, qué decisiones importantes han tenido que tomar y, a la vez, hacer que los visitantes se pongan en su piel son objetivos que se marcaron los responsables de esta muestra. "Querría generar empatía en el público que se ponga en los zapatos de los desplazados", suspira Sokol, para añadir: "Muchas de estas personas que aparecen en la exposición conducían un coche como el nuestro y vivían como nosotros antes de que se les retratara".

"Esperamos que el visitante viva en primera persona estas experiencias. Queremos dar voz a los más vulnerables y llegar a un público joven para sensibilizarlo", señaló por su parte la directora de Programes Internacionals de l'Obra Social 'la Caixa', Ariadna Bardolet.

En sus viajes, Sokol ha permanecido alrededor de una semana en cada uno de los cuatro países en los que ha trabajado. "La mayor parte del tiempo las dedicaba a las entrevistas. Trataba de conocerles, saber cómo habían llegado hasta el campo de refugiados, por qué dejaron su país, su casa, y solo al final sacaba la cámara. De lo contrario no habría logrado la emoción profunda que contienen las imágenes", explicó.

Sokol ha evitado las imágenes en los grandes campos de refugiados, "donde las personas parecen insectos", y ha optado por "personalizar lo que estaba ocurriendo. No buscaba una imagen triste y desgraciada, sino una forma de transmitir la dignidad que tienen estas personas, que se respetan a sí mismas".