Las mujeres de Roma fueron unas avanzadas en comparación con las féminas de otras culturas antiguas, donde quedaron relegadas a mero accesorio o complemento. Si bien no alcanzaron el rango de ciudadanas y permanecieron alejadas de la vida pública, "las que deseaban intervenir en política pudieron hacerlo a través de los hombres de su entorno", apunta Elisa Durán, directora de la Fundación Bancaria La Caixa. Ésta es una de las conclusiones que se extraen gracias a las 177 piezas de carácter arqueológico (mosaicos, pinturas, relieves, esculturas, lámparas, candelabros, espejos o camafeos) que provienen del Museo del Louvre y que componen la magna exposición de CaixaFòrum Palma -la gran muestra del verano-, que se inaugura hoy, a las 19 horas, con la conferencia de los comisarios Daniel Roger y Aurélie Piriou.

La imagen de la mujer -seductora, maternal, protectora o excesiva- ha podido ser rastreada a través de la huella que dejó en la decoración doméstica romana. "El material proviene de casas de familias de clase media-alta", detalla Roger, también conservador jefe del departamento de Antigüedades griegas, etruscas y romanas del Louvre. En cuanto a la cronología, calcula que la mayoría de piezas conservadas son de la época de Augusto, entre los siglos I a.C. y I d.C. "En estos años se produjo un cambio social de mentalidad y moral a causa del enriquecimiento de la población, que fue posible gracias a la paz que consiguió Augusto", argumenta. Fue en esta etapa boyante cuando los hogares empezaron a decorarse en abundancia "y comenzaron a verse representaciones mitológicas con la mujer en primer plano", continúa Roger. Una costumbre inusual hasta la fecha.

Desde este momento, la fémina encarnará en el imaginario colectivo principios positivos como la fertilidad, la prosperidad, la creación o el poder del destino. En este sentido, hubo romanas que llegaron a administrar fortunas y a encargarse de importantes ceremonias religiosas.

El recorrido se destapa en la planta baja con la sección dedicada al retrato femenino, un género que experimentó un extraordinario desarrollo. "Uno de los derechos que tenían las mujeres en Roma era poseer su propio busto o retrato", comenta el comisario Roger. En la entrada, lucen algunos que constatan las distintas modas en cuanto a peinados, a su vez un criterio de datación de las piezas. Los retratos pintados fueron otra variante, presentes sobre todo en Egipto. "Se pintaban sobre paneles de madera, se recortaban y se fijaban sobre las momias", indica Roger.

En la siguiente estancia, las imágenes representan a la romana ideal: esposa y madre. Se ilustraban muchas matronas y la actitud de las mujeres es púdica y noble. En la muestra también abundan los relieves y las estatuas de madres que acunan o alimentan a sus hijos. Son destacables la figura en mármol de Mesalina o los relieves de Zeus con su nodriza. Sin embargo, la madre también encierra una zona oscura, cargada de ambigüedad, como refleja el mito de la princesa hechicera Medea, que asesinó a sus propios hijos.

El ámbito más destacado de la muestra está dedicado a la religiosidad. Los hogares se decoraban con imágenes de diosas protectoras así como de madres de dioses y héroes. También es frecuente encontrar representaciones de mujeres inmersas en danzas rituales y relacionadas con las fuerzas de la naturaleza.

Subiendo las escaleras, ya en la primera planta, el espectador se adentra en los sugerentes espacios dedicados a la seducción y al exceso. En el primer apartado, es posible contemplar un grupo de frescos de Pompeya con el motivo de las musas, "mujeres que inspiran y le dan a uno ganas de interesarse por la cultura", además de las estatuas de las Tres Gracias desnudas o las representaciones de Venus. El recorrido finaliza con la mujer en el mundo dionisíaco, donde cumplía una función esencial, y con la presencia de criaturas femeninas monstruosas, que alertaban de los peligros de las pasiones exacerbadas. En este apartado, impresionan Medusa, Pasífae, Hermafrodita o las sirenas.