"Una alegría, un reto, un episodio importante en mi trayectoria". Así define el artista Joan Soler (Sóller, 1965) su aterrizaje en Madrid, un estreno que tendrá lugar en Matadero Madrid, uno de los espacios alternativos más visitados, con la exposición Fuego amigo, con la que reflexiona sobre el concepto de doble apariencia.

La muestra, que se inaugurará el próximo día 27 y podrá visitarse hasta el 9 de octubre, presentará obra sobre tela con técnica mixta colocada en forma de instalación. Composiciones donde conviven lobos y ovejas, donde planos de incertidumbre, masas de humo azarosas y amenazantes se controlan y atemperan con elementos geométricos de colores suaves y artificiosos.

El deseo de Soler es definir un espacio en el que los polos opuestos se atraigan y se logre una atmósfera inquietante. "Normalmente el fuego es enemigo. El que más sorprende y duele es el amigo, que no te lo esperas", apunta el creador.

En su caso, en el proceso de creación de sus trabajos, Soler no suele sorprenderse pero sí experimenta un sentimiento cercano al dolor. "Crear es un proceso difícil", admite. "Es como un parto. No concibo el arte como un entretenimiento, sino como una lucha", añade.

En la web de Matadero Madrid, el Fuego amigo de Soler se anuncia como una "ficción de apariencias, cortinas de humo, exteriores de belleza, serenidad y control que con frecuencia ocultan en su interior la debacle y el lado más oscuro del ser humano".

"Los elementos que aparecen en sus obras reflejan el deseo de sopesar las íntimas estructuras del comportamiento humano", se añade.

Soler llega a Madrid un año después de girar por la Península, primero en el Museo de Huelva y posteriormente en el Centro de Arte y Naturaleza de Huesca.