Estamos ante una más que interesante película que ratifica el buen hacer y la proyección de futuro del director Marc Webb, que debutó en la dirección en 2009 con '(500) Días juntos' y que ha alternado desde entonces el cine de acción de gran espectáculo, como las dos últimas entregas de 'The amazing Spider-Man', con el más personal e independiente, del tipo de 'Un don excepcional' y de esta 'Canción de Nueva York' que es motivo del comentario.

En apenas 88 minutos y arropado por un reparto con nombres de peso, desde el excelente Jeff Bridges, que es también productor de la cinta, a Kate Beckinsale y Pierce Brosnan, el cineasta nos regala la loable descripción de un joven neoyorquino que atraviesa un periodo no demasiado brillante ni alentador.

Con un buen trabajo de Callum Turner encarnando a Thomas Webb, el espectador va conociendo las claves de un personaje que acaba de graduarse en la universidad y que vive demasiado presionado por la figura de su padre, un editor con una muy sólida situación económica, que atraviesa una crisis matrimonial con su madre que apunta a una inevitable ruptura. Sin demasiado ánimo, el joven intenta ganarse la confianza y el amor de Mimi, una estudiante con la que pasó una noche mágica pero que ahora lo rechaza porque no desea romper con su novio.

El panorama, desde luego, no mejora y eso que un enigmático vecino, que es la voz que narra la historia, se convierte en su eficiente asesor en todos los temas que le afectan. En semejantes circunstancias una deriva imprevista, que conlleva que Thomas inicie unas relaciones sexuales con la bella amante de su padre, modifica considerablemente las cosas.

Realizada siempre con una gran solvencia, la cinta supera con éxito momentos complicados, especialmente el encuentro entre padre e hijo cuando aquél conoce que Thomas comparte la misma mujer. Son detalles que dan la medida de un buen cineasta que refuerzan los firmes ingredientes que dan encanto y vigor a su película.