Representa un pequeño pero estimable paso adelante del director catalán Oriol Paulo en la que es solamente su segunda película, cuatro años después de haber debutado en el largometraje con 'El cuerpo', que tuvo una prometedora acogida en taquilla. Lo más interesante es que consigue salvar los pequeños obstáculos que en ocasiones amenazan con dañar la base fundamental de la trama, un argumento que pretende por todos los medios y al precio que sea impactar al público. El mérito del director es, por encima de todo, diseñar unos personajes que aunque podían haber dado más de sí nunca llegan a diluirse y hasta se erigen en soportes válidos del relato.

En este sentido hay que valorar el trabajo de nombres como Ana Wagener, José Coronado y Bárbara Lennie, sin olvidar a un Mario Casas que aunque no redondea por completo su labor sí está por encima de sus últimos trabajos. Definida por el propio Paulo como un thriller judicial, analiza las consecuencias terribles que puede acarrear el hecho de tomar decisiones precipitadas fruto de una situación límite. Para el joven empresario Adrián Doura esa circunstancia toma cuerpo al despertar en la habitación de un hotel al lado del cadáver de su amante. Angustiado y desconcertado, pone en marcha un plan para esclarecer lo sucedido que pasa por contratar a una prestigiosa abogada con la que trabajará en estrecha vinculación en una auténtica carrera contra el tiempo.

Asistimos a la realidad de las relaciones de Adrián con Laura, su amante, desde el trágico momento en que el cruce por la carretera de un ciervo sienta las bases de un terrible suceso. Es precisamente esta circunstancia la que con su estela de errores abre la puerta al caos. Mejor la primera mitad que la segunda, que es artificiosa y un tanto pasada de rosca, por lo menos el realizador no pierde le tacto y la sensatez en los momentos claves, a pesar de que hay ocasiones en las que se corría el riesgo. Hay elementos que se han desbordado de forma consciente, pero también hay que valorar la profesionalidad de unos actores que no pierden la compostura.