Sienta precedentes notorios en el cine bélico, algo más relevante de lo que parece teniendo en cuenta que es el primer film del género del director, y eleva la categoría de Christoper Nolan a un nivel que solo alcanzan los privilegiados.

Es, sin duda, una de las mejores películas del año y la crónica viva, intensa, realista y, sobre todo, humana de uno de los episodios más importantes de la segunda guerra mundial, el de 'Dunkerque', acaecido en los primeros meses de la contienda y en el que se jugaba la suerte de Europa y del mundo. El problema era poder rescatar de las playas de Dunkerque, en el sur de Francia, a más de 300.000 soldados aliados bloqueados por el ejército nazi.

Como Churchill sabía, lo que se puso en marcha en esas fechas en las interminables playas galas era poco menos que un milagro. A partir de su propio guion, Nolan, que debutó con la revolucionaria 'Memento' y que tiene en su excelente filmografía cintas de la categoría de 'El truco final'. 'El prestigio', 'Origen' y la trilogía del 'Caballero Oscuro', se ha sumergido de lleno en un escenario dantesco en el que buena parte del ejército británico intenta romper el cerco del enemigo y poder regresar a sus bases.

Para contar esta increíble operación se vale de un esquema narrativo soberbio que le permite simultanear el rodaje en tres frentes fundamentales, la arena de la playa, con la pléyade de soldados que esperan la llegada del rescate; la cabina de un avión de combate que forma parte de la escuadrilla que hace frente a los aparatos alemanes, y las aguas frías y revueltas que cruzan pequeñas embarcaciones de recreo en misión de ayuda.

Con semejantes plataformas se va abriendo paso a una película que describe con gran precisión la intimidad de unos jóvenes soldados convertidos en poco más que carne de cañón. Seres que viven una terrible pesadilla real que recrea lo más propio del individuo pero también lo más auténtico. Un pasaporte al horror que traslada al público a un terreno en el que no cabe más opción que el hipotético y complicado regreso o la muerte. Todo ello plasmado con un reparto en el que no hay nombres de excesivo relieve, pero sí profesionales que nos hacen compartir la angustia y el dolor del hombre.