Hereda del cine negro norteamericano buena parte de sus virtudes narrativas y su ritmo intenso y frenético en ocasiones cala profundamente en el espectador, que se mimetiza por completo de la realidad de un país, Egipto, marcado por el estigma de una corrupción que domina todos los resortes vitales de la sociedad.

En este sentido la película no sólo es ejemplar, sino que describe todo este entorno con precisión y conocimiento de causa, con una realización que solo podía adquirir este nivel a partir de la labor de un cineasta que tiene la nacionalidad sueca pero que es de origen egipcio.

Teniendo en cuenta que este es solo su cuarto largometraje de ficción, no se le puede pedir más. Así lo entendieron en la Seminci de Valladolid, donde acaparó los premios del jura- do, tanto la Espiga de Oro como los de mejor película y director, y en el Festival de Sundance, donde conquistó al galardón del Jurado.

Inspirada en un hecho real, el asesinato de la cantante libanesa Suzanne Tamim en 2008, que provocó un escándalo nacional, pero no solo por el crimen en sí sino porque el principal sospechoso era un "respetable" empresario con enorme peso político, la gran peculiaridad de la trama es que se desarrolla en los días previos al estallido de la revolución en la Plaza de El Cairo, culminando el 25 de enero de 2011 con la ocupación por el pueblo de una ciudad que recogía con esa multitud enardecida su deseo por acabar con una policía y unas fuerza de seguridad infestadas de corrupción. Y aunque por desgracia no se pudo rodar en Egipto al denegarse, unos días antes de empezar el rodaje, la entrada en el país del equipo de producción, la alternativa de hacerla en Casablanca funciona de forma sorprendente.

El trabajo de localizaciones ha sido admirable. La investigación criminal que lleva a cabo el miembro de la policía Noredín Mustafá, encargado del caso del asesina to de una cantante, pone sobre el tapete el grado extremo de corrupción que anida en todas las esferas del poder. La impunidad con la que actúan los poderosos rebasa cualquier previsión y se apoya en una estructura podrida ya consolidada.

El protagonista, que no está idealizado pero que siente que la basura se ha extendido demasiado, se convertirá en factor clave de una segunda mitad espléndida que incluye una mínima toma de conciencia.