Es reconfortante y prometedor porque además de demostrar en momentos políticos delicados, pocos años después de la eclosión de la 'primavera árabe', que en Túnez sigue habiendo actualmente cineastas con capacidad para acercarse a la realidad del país, como es el caso del director de esta película, Mohamed Ben Attia, ganador del Premio a la mejor Ópera Prima y al mejor actor, Majad Mastoura, en el Festival de Berlín, certifica que no se ha acabado con el espíritu crítico de su cine ni con su capacidad de análisis.

'Hedi' es una buena película, tanto más interesante cuanto se trata del debut de un director que sabe expresar con total claridad el inacabable enfrentamiento entre la tradición y la ruptura, que es un debate eterno en el país. El punto de partida no es otra cosa que la crisis entre un joven, Hedi, que vive unos días decisivos de cara a su futuro, y su familia, que le acompaña en estos momentos no sólo para asistir a su boda, también para que sigan plenamente vigente las costumbres y los hábitos de sus ancestros. En una sociedad poco dada a la renovación, aunque sea uno de los países árabes más abiertos al progreso y con menor peso de la religión, todo esto es muy relevante.

El conflicto, porque de eso se trata en definitiva, es alentado por una parte por el propio Hedi, que con su carácter retraído y su escasa comunicación con el entorno facilita la falta de comunicación, y por otra, por una madre autoritaria y sobreprotectora que trata de imponer su voluntad por la fuerza. El hermano mayor, por último, podría ser espectador del tenso debate, aunque él ya pasó por algo parecido que le llevó a trasladarse a vivir a Francia con su hija.

Apoyada en la firme convicción de unos personajes muy bien delimitados y convincentes, la cinta mete al espectador en las claves del relato desde los primeros fotogramas, si bien los instantes más destacados se suceden en la segunda mitad, cuando la irrupción de la atractiva empleada turística Rym sorprende a un Hedi que se enamora de ella en el marco de una pasión sin precedentes y que ha de resolver en los días que faltan para su boda y solo con una fuerza de voluntad que es sometida a prueba, el dilema más grave que ha vivido.