Abusa hasta niveles de esquizofrenia, probablemente con cifras de récord Guinnes, de los disparos, las muertes violentas y la acción en forma de artes marciales, configurando en principio un producto nada estimulante concebido exclusivamente para incondicionales de semejantes ingredientes.

Eso es así, pero sería injusto marginar cosas bastante más curiosas y en algunos casos hasta brillantes que separan en numerosos aspectos esta cinta de infinidad de congéneres execrables, torpes y aburridas. No se modifica con ello por completo su estatus, aunque al menos le aporta una cierta 'clase' y una estética peculiar.

Secuencias como la que conduce al final, con el protagonista haciendo frente por sí solo a una legión de matones, encerrado en un ámbito decorado con espejos y con juegos de luces de neón, no dejan de sorprender y denotan en el director, Chad Stahelski, un dominio inequívoco del género en el que transita y un sentido de la originalidad manifiesta. Algo tanto más sorprendente si se repara en que el realizador solo había dirigido una cinta previa, 'John Wick. Otro día para matar' en 2014, que fue la que nos presentó a John Wick.

El dato más relevante es el inesperado éxito de este personaje, un John Wick que no es otra cosa que un sicario puro y duro que, eso sí, pertenece a la élite de la especialidad. Aquí se ha visto obligado a abandonar su retiro-jubilación y volver de nuevo a las andadas por las excusas de siempre. Eso sí, ello implica desplazarse hasta Roma y hacer frente a una legión de profesionales del asesinato.

Muy pocos podían concebir semejante evolución. De hecho, su primera aventura ni siquiera se estrenó en las pantallas españolas, aunque tuvo una respuesta notoria en los videoclubs. Gracias a ello John Wick adquirió tal popularidad que sus productores tenían muy claro que había que emprender el rumbo de la saga o de la serie mediante nuevas peripecias sangrientas del protagonista, sobre la base de nuevos guiones de su creador, Derek Kolstad. Y había que hacerlo con un Keanu Reeves al que el asunto le ha venido de perlas en momentos no muy destacados de su carrera.