No es un modelo de cine biográfico y en el retrato que la directora Stephanie Di Giusto nos regala de la protagonista, una Loie Fuller que a pesar de proceder de una familia de agricultores del Oeste americano supo encontrar un lugar de privilegio entre las grandes bailarinas de finales del XIX, no consigue penetrar en la medida necesaria en su verdadera esencia, pero compensa esos defectos, propios por otra parte de su condición de debutante, con momentos de innegable belleza y con brotes de sensibilidad. De ahí que sea ésta una película hermosa que formó parte justamente de la prestigiosa sección Una Cierta Mirada del Festival de Cannes y que deleita con algunas piezas exquisitas de música clásica.

Es posible que fuera un reto que sobrepasase las facultades dramáticas de la actriz Soko, si bien en el plano estético las cosas son más satisfactorias. Era imposible, sin duda, concebir que una mujer como Loie Fuller, que se crió en el típico escenario del western en el seno de una familia de campo, viendo morir a su padre a disparos de pistoleros, podría abrirse un camino en el mundo de la música y del baile. Y, sin embargo, lo logró plenamente. Con el mérito de que no requirió para ello maestros que se volcaran en darle clases al respecto, sino que su arte fue producto de su propia iniciativa. Fue así como llamó la atención de algunos empresarios y, sobre todo, de Louis, un aristócrata libertino que se convirtió en parte en su mecenas y con cuyo dinero, 'prestado', pudo desplazarse a París para iniciar su gran experiencia profesional. Así, con unos lienzos que manejaba con auténtica maestría, se ganó la admiración de multitud de personas, hasta que se cruzó en su vida una joven muy prometedora, la Isadora Duncan que rompió todos los moldes de la danza y el baile en los escenarios europeos, con la que mantuvo una relación más allá de la amistad y de la mutua admiración.

Aunque por razones de presupuesto la directora ha debido renunciar a mostrar los números musicales en su verdadera dimensión, en el teatro y con todos los figurantes, la alternativa empleada de recurrir tan sólo a la protagonista no es nada despreciable.