Tiene momentos portentosos que ponen de relieve al magnífico trabajo del director y solo algunos altibajos que se dejan sentir por un excesivo metraje, impiden que sea una gran película. Añade un eslabón más y en este caso decisivo sobre la épica disputa entre los simios y seres humanos en un mundo sumido en el caos y en el que las dos especies se juegan la supervivencia y el poder. Es la tercera entrega de una trilogía que arrancó en 2011 con 'El origen del Planeta de los Simios', que dirigió Rupert Wyatt y que prosiguió en 2014 con 'El amanecer del Planeta de los Simios', firmada también por Reeves, un realizador con escaso pedigrí hasta ahora que debutó en 1996 con 'Mi desconocido amigo' y que se dio a conocer internacionalmente con dos largometrajes menores pero repletos de imaginación, 'Monstruoso' en 2008 y 'Déjame entrar' en 2010.

Con un ejército de simios más nutrido que nunca, en el que se ha convertido en líder indiscutible César, el conflicto adquiere su mayor encono y violencia. Tanto es así que todo parece encaminado a un enfrentamiento final y apocalíptico. Eso sí, con una variante importante, el paisaje que sirve de decorado, que ahora comienza con montañas y un intenso verde pero que se transforma con la nieve en un blanco inédito. Es en este marco en el que se abre camino a lo que podría considerarse como la guerra final, en la que se juega algo más que el liderazgo de César, concretamente la supremacía de los simios. En este supuesto van a adquirir un peso fundamental otros personajes, empezando sin duda por el Coronel, un militar cruel que sabe que solo una lucha definitiva podría evitar la extinción de los monos y sin dejar de lado a Bad Ape, un chimpancé con sentido del humor, la niña Nova, que representa la conexión entre humanos y simios y, entre otros, Winter, la niña humana que se convierte en un vínculo inesperado entre los simios y la humanidad