No había demasiados pretextos para esperar algo realmente interesante, aunque es cierto que en el haber del director Scott Derrickson hay un par de títulos a tener en cuenta, El exorcismo de Emily Rose y, sobre todo, la impactante Sinister, y los hechos demuestran que, en efecto, no estamos ni ante un producto relevante ni, aun menos, ante una descripción realmente detallada y rigurosa de un nuevo caso de exorcismo que tenía el supuesto aliciente de estar basado en hechos reales.

Es más, aunque es cierto que lo que vemos es una adaptación del libro del sargento Ralph Sarchie y de Lisa Collier Cool que recoge las experiencias del primero durante su trabajo en el seno de la policía de Nueva York, hay que subrayar que el guión definitivo, elaborado por el director y por Paul Harris Boardman, es una mera elucubración inspirada en los casos paranormales del texto enlazados mediante un hilo argumental que es totalmente ficticio. Lo único que protegen los productores es que las secuencias de terror se basan en experiencia auténticas.

Partiendo de estas circunstancias no es raro comprobar que lo que Derrickson ha forjado no es otra cosa que un híbrido entre El exorcista y Seven, que efectúa una especie de simbiosis en el plano genérico del cine de terror y del «thriller» en aras a interesar a un vasto auditorio. Por eso la cinta tiene un prólogo similar al que tenía El exorcista, ambientado en Oriente, en este caso en Irak, y después de dar muchas vueltas en los terrenos de la investigación policial acaba en los dominios específicos del exorcismo de marras. Es, en esencia, la experiencia vivida por el sargento Sarchie en el terrible distrito 46 del Bronx de Nueva York, uno de los más siniestros de Estados Unidos, al estilo de Hollywood.

Un episodio tan tremendo que afectó seriamente a las relaciones entre Sarchie y su esposa e hija. Correctamente ambientada, aunque con escasos datos originales y sin la necesaria capacidad de atracción, la película apenas atrae en su primera mitad, a pesar de sus intentos de multiplicar los efectismos.