Como oferta infantil para las fiestas, una parábola ecologista. Lorax es una adaptación del libro del Dr. Seuss, apodo de Theodore Seuss Geigel, conocido ya en la gran pantalla por Norton o El Grinch. El original de Lorax tiene 45 páginas y va destinado al segmento más infantil (menos de 3 anos). El argumento tiene un recorrido muy justito. Un preadolescente vive en una ciudad completamente moderna y aislada de la naturaleza (en la que venden hasta aire embotellado); por un reto amoroso sale en busca del único hombre que puede ayudarle a encontrar un árbol autentico.

Resulta ser un ermitaño que le cuenta la historia del Lorax, un bigotudo elfo guardián de la naturaleza. El director Chris Renaud (Gru, mi villano favorito) se automutila premeditadamente. Se mantiene la vigencia del planteamiento; no solo no es reiterativo sino que hay sé que seguir intentando inculcar a los peques el respeto por el resto de seres vivos. Sin embargo la película se doblega demasiado a las convenciones del público mayoritario: el chico hiperactivo y algo patoso enamorado de una guapa e inalcanzable amiga, las persecuciones pensadas para el videojuego con su monociclo motorizado, el empresario codicioso...

La realización, aunque de buena factura, también cede a las texturas y los rasgos (faciales, animales) mas estandarizados. Solo en momentos puntuales (la cama en el rio) despega ligeramente el filme. Lorax entretendrá a los niños, por supuesto; y su mensaje pro naturalista siempre es bienvenido.

Los mayores, sin embargo, percibirán que Dr. Seuss no es Roald Dahl (Matilda, Charlie y la fábrica de chocolate) y la excesiva artificiosidad del producto.