Lo mejor que puede decirse es que mantiene el nivel aceptable de las dos primeras entregas, la que abrió la serie en 1997 y la que vimos en 2002, recurriendo de nuevo a los mismos ingredientes, unos efectos visuales marcados por un desfile carnavalesco de criaturas alienígenas y un estimable sentido del humor.

Nada especialmente brillante, porque estamos ante unos productos de corto recorrido, pero al menos útiles para entretener a un público que disfruta con este menú. El cómic de Lowell Cunningham del libro Malibu Comics ha sido respetado en esta nueva adaptación a la pantalla, que ha contado, además, con los mismos responsables de las dos anteriores, sobre todo el director Barry Sonnenfeld y los dos protagonistas, Will Smith y Tommy Lee Jones.

El guión, asimismo, de Ethan Coen, aunque no sea de los mejores de su obra, es otro factor positivo, que no evita eso sí algunos momentos a la baja en la segunda mitad. Los diez años que han pasado desde la anterior aventura de los agentes J y K no han modificado apenas el entorno en el que se mueven y el sentido de su misión. Ambos están entregados por entero a defender la Tierra de ataques alienígenas, impidiendo que la basura espacial encuentre huecos por los que infiltrarse entre nosotros.

Pero si esta actividad la desarrollan con aparente efectividad, lo que no prospera al mismo nivel es la relación entre ambos agentes, de modo que J se siente desconcertado al reconocer que K es para él un auténtico desconocido. De ahí que no dude en viajar en el tiempo 40 años hacia el pasado, concretamente hasta 1969, para salvar la vida de K, que está seriamente amenazado por un siniestro asesino, Boris el animal, que acaba de fugarse de una prisión de alta seguridad en la que fue encerrado por decisión suya. En esa misión contará como colega con un agente K más joven y peculiar.