Un intento fallido, aburrido y sin solvencia dramática alguna, que pretende en vano reflejar la situación límite que vive un soldado que tiene su vida pendiente de un hilo. Esta solo, perdido en el desierto, tras la muerte por efectos de la explosión de una mina de su compañero de misión y lo más terrible es que no puede mover uno de sus pies porque ello haría detonar otro de los mortales artefactos que infestan el entorno en que se mueve. Es la primera película de los italianos Fabio Resinaro y Fabio Guaglione, también responsables del guion, y en ningún momento consigue sentar las bases de un relato que comienza como un thriller pero que deriva hacia el drama familiar y humano.

Sus 106 minutos no solo lesionan el ritmo y la supuesta tensión que exige la película y que resulta insuficiente, sino que abren brechas notorias en el frente del sopor. Con rodaje en Canarias, que aporta lo mejor de la oferta, su paisaje desértico, el espectador fracasa en su intento de entrar, por incapacidad de los cineastas, en la realidad angustiosa que vive el protagonista, Mike, tras perder a su compañero de fatigas y ser consciente de que está perdido en la inmensa soledad de las dunas. Es una realidad trágica, que ha bebido en las fuentes de inspiración de 'Enterrado', la claustrofóbica cinta de Rodrigo Cortés, pero que aquí carece de recursos narrativos y psicológicos que puedan dotar de dinamismo a las imágenes.

Y aunque los realizadores se propusieron abonar el relato cada cinco páginas con ingredientes que impidieran que el tinglado se viniera abajo, primero recurriendo a personajes del entorno paisajístico y también con la imaginativa presencia de la bella esposa y las pesadillas de Mike vinculadas a un pasado familiar que no ha superado, por desgracia las cosas no llegan a funcionar. Ni el uso y abuso de la metáfora, ni el amor que tanto echa de menos el protagonista, ni la inocencia de ese niño que se abre camino desde la nada, logran aportar las dosis de autenticidad que requerían un producto como este, que ha tenido precedentes mucho más notorios y brillantes. Aquí las cosas no funcionan desde el propio punto de partida.