Revela algo que hay que valorar y es el hecho indudable de que el cordobés F.Javier Gutiérrez, que es el director de esta película totalmente norteamericana y rodada en inglés, se mueve con soltura y conocimiento de causa en los estadios del terror, creando una tensión y un clima de miedo palpables. Sin duda por eso, y a pesar de que su filmografía solo incluye un largometraje, la historia apocalíptica de 'Tres días', que firmó en 2008, fue designado por los productores estadounidenses para retomar en la realización la saga de 'The ring', integrada por cinco títulos, dos de ellos japoneses, y volver a utilizarla en la gran pantalla como instrumento terrorífico.

El inconveniente, por desgracia, es que la cinta aporta muy pocos ingredientes novedosos, algo que acaba lastrando la cinta y que provoca determinados altibajos en el desarrollo de la trama. De ahí que los resultados no sean lo brillantes que serían de desear y que a veces se produzcan desconexiones con lo que se está viendo. Esa sensación de algo ya visto adquiere su sentido en los primeros minutos, que no hacen sino repetir las claves de una maldición que parecía ya desaparecida pero que sigue, por desgracia, vigente. Se trata de una cinta de video maldita, que provoca la muerte en el plazo de una semana de todo aquel que osa verla. El tema lo va a experimentar en carne propia una muchacha que intenta evitar la muerte de su novio incluso sacrificándose ella, comprobando con pánico que dentro de la película que alberga el video hay otra que nadie conoce y que, contiene también una amenaza de muerte.

El origen de todo es que desde 2002 el vengativo espíritu de la siniestra Samara Morgan ha causado estragos en los pobres desgraciados que fueron vencidos por la curiosidad después de que su malhadada cinta VHS llegase a sus manos. Con un reparto típico de serie B, Gutiérrez no ha conseguido dotar a la historia de la consistencia dramática necesaria para que los mecanismos del terror funcionen a tope. Controla los instrumentos para que las riendas no se le vayan de las manos y aunque en líneas generales lo consigue, se queda algún jirón