Ofrece un saldo poco generoso, limitado a un par de momentos realmente divertidos y a una serie de situaciones con cierta chispa, y es una de esas comedias de acción tan de moda en Hollywood que tratan de forzar la sonrisa del público llevando al límite las peripecias de dos personajes que ya fueron juntos al mismo instituto y a los que bastantes años más tarde las circunstancias vuelven a reunir en una misión de espionaje imposible vinculada a la CIA.

El caso es que se justifica de este modo la presencia de dos actores, Dwayne Johnson y Kevin Hart, que ponen de su parte la mejor voluntad y, a veces, alguna dosis de imaginación. La no-vedad es que se han intercambiado los roles, de modo que Johnson, que siempre ha sido el tipo serio, aquí asume el cometido del bromista, en tanto que el afroamericano Hart, abierto a todo tipo de excesos, vive el papel supuestamente dramático. Sin méritos especiales que resaltar, el director Rawson Marshall Thuber acomete su cuarta película como director, consciente eso sí de que debía reforzar por encima de todo la vertiente de comedia pero sin renunciar del todo a una acción que pretende evitar tiempos muertos.

Después de haber realizado ´Cuestión de pelotas´, ´Los misterios de Pittsburgh´ y ´Somos los Miller´, hay que decir que sigue vinculado a la serie B del cine norteamericano, si bien con una relativa tendencia al alza. Lo más noticiable de su cuarto largometraje es que tanto él como los actores han confesado que se lo pasaron en grande durante el rodaje. Con una media hora inicial poco afortunada, en la que vemos cómo el alumno del Instituto Central Bob, que sufrió un acoso escolar generalizado de sus compañeros hasta ser humillado en público, regresa a su ciudad natal convertido en un discutido agente de la CIA en misión supersecreta, pasamos a una segunda mitad que mejora algo el nivel. Bob aprovecha el tema para asistir a una reunión de sus compañeros de promoción, estrechando de nuevo los lazos de amistad con Calvin, el único que le apoyó en los peores instantes, que ahora trabaja sin demasiado entusiasmo como contable. Tanto es así que Ben conseguirá que se involucre con él en una trama de espionaje que obligará a ambos a moverse entre espías armados hasta los dientes.