Demuestra dos factores de peso que no hay que marginar, por un lado que el cine de animación tradicional sigue plenamente vigente, sobre todo en Japón, y no ha sido arrinconado por el digital y, por otro, que el realizador nipón Makoto Shinkai es uno de los maestros indiscutibles de la especialidad. Autor de una obra que incluye cinco largometrajes, entre ellos El jardín de las palabras, es un asiduo de los festivales internacionales y con esta cinta ha recibido el galardón a la mejor película de animación de 2016 por la Crítica de Los Ángeles y el de mejor película animada en el Festival de Sitges-Cataluña.

Por eso y por su calidad y capacidad de sugestión hay que agradecer que se haya estrenado en las pantallas españolas. Si algo denota el cine de Shinkai, que es autor del guión que ha elaborado a partir de una novela propia, es el aliento poético que impregna casi todas sus imágenes. Es probable que algún elemento pueda generar algo de confusión, pero en ningún caso se pierde el hilo conductor de la historia ni ese toque de calidad humana y estética que la define.

Sin duda para recrear con mayor precisión y belleza los dos escenarios en que se mueve, el rural de las tradiciones ancestrales y el urbano de la aglomeración humana que acompaña los planos de Tokio, sigue apareciendo en sus créditos un director de fotografía. Este es la insólita aventura emocional de la estudiante Mitsuha y de Taki, empleado en un restaurante italiano, que no se sienten felices de sus respectivas existencias y sobre los que va a pesar la influencia decisiva de un cometa que se deja ver cada mil años y que está a punto de hacerlo de nuevo. La primera se resiente de vivir en el campo y de la escasa convivencia con un padre al que apenas ve, una hermana pequeña y una abuela que trata de abrirle puertas que se le van cerrando, entre ellas la de instalarse en Tokio.

El segundo se mueve en parámetros opuestos, sin verse ni mucho menos realizado en el ámbito urbano. En estas circunstancias lo más significativo y sorprendente es el que ambos se aferran a unos sueños que convierten a ella en una chica y a él en un chico que a pesar de que nunca se han visto se persiguen de forma patológica. Es un amor que está por encima de la realidad convencional.