–Con El Niño, su próxima cinta, reincide en las historias sobre delincuencia. ¿Por qué le fascinan los casos al margen de la ley?

–No creo que me interesen sólo a mí, la historia del cine está plagada de películas sobre personajes al margen de la ley y los espectadores no dejan de demostrar su fascinación por ellos; un viaje al otro lado es algo que, creo, todos deseamos hacer desde la posición del voyeur, desde la seguridad de la butaca de un cine. Para mí, bucear en mundos tan alejados de mi cotidianeidad me ayuda a aplacar esa necesidad de aventura que la mayoría sentimos. Al espectador le pasa lo mismo, es la atracción por lo extraordinario.

–¿Ha habido mucha investigación previa para esta película?

–Jorge Guerricaechevarría, mi co-guionista, y yo estuvimos cerca de ocho meses por la zona del Estrecho, escenario de la película, hablando con personas que viven a ambos márgenes de la ley, agentes de vigilancia aduanera, policías, guardia civiles, pero también "gomeros", conductores de lanchas rápidas para el contrabando de hachís, jóvenes que actúan estos días como personajes históricos, poseedores todos de un anecdotario con el que podrían escribirse varios libros. Todo este proceso de documentación ha sido apasionante y de ahí ha surgido la película.

–El primer Indiana Jones contiene imágenes magistrales de persecuciones. Intuyo que en su película también las habrá. ¿Cuál es la mejor persecución rodada en la historia del cine?

–No será una película como Indiana Jones, claro, aunque adoro la saga; el tono de El Niño, aunque también podría enclavarse de alguna manera en el género de aventuras, está lejos del pulp o el serial que Spielberg pretendía homenajear; la nuestra será una de aventuras más bien áspera, con una vocación claramente realista. Habrá secuencias de persecución en cualquier caso. En cuanto a cuál es la mejor rodada, imposible decirlo, pero sí puedo mencionar la primera que, de niño, me dejó clavado en la butaca, la que acomete Gene Hackman por las calles de Nueva York en The French Connection de William Friedkin.

–Usted ha afirmado que le gusta el cine "seco y directo", casi de serie B, que hacían directores americanos como Don Siegel, Robert Aldrich, Samuel Fuller, incluso Sam Peckinpah. ¿Habrá algo de ellos en este nuevo filme?

–Admiro a todos los directores que citas, sería estupendo que El Niño tuviera algo de su extraordinaria fuerza narrativa, pero hace tiempo que no ruedo con actitud de cinéfilo. Procuro que sea la propia historia, la localización donde se rueda, la energía de los actores, la realidad que me rodea lo que me dicte o sugiera la puesta en escena, y evito en mi cabeza el recuerdo de tal o cual escena, director o película.

–Su nuevo filme mostrará también la parte policial. Casi un género cinematográfico que ha dado un triple salto mortal en España con Grupo 7. ¿También habrá un toque crítico en su película hacia el poder?

–En efecto, es una mirada a lo que sucede a ambos lados de la ley, la historia ofrece los dos puntos de vista. El espectador tendrá la posibilidad de sacar sus propias conclusiones.

–Como en Celda 211, ¿optará por la ambigüedad moral en la caracterización de los personajes?

–En la vida nada es blanco o negro, hay que reflejar la escala de grises.

–¿Ya ha finalizado el via crucis de la financiación de El Niño?

–La película tiene un presupuesto muy ajustado pero a pesar de ello es ambicioso y más en estos tiempos. El fondo de Eurimages acaba de darnos la máxima dotación junto a las próximas películas de Lars Von Trier y Paolo Sorrentino, un espaldarazo estupendo, la verdad. Contamos con una coproducción financiera con Francia y el adelanto de las ventas internacionales. Hoy día el proceso de financiación es tan complejo como el rodaje, y el director se ve forzado a estar cada vez más implicado. No es la parte por la que quise dirigir cine, precisamente.

–Sin subvenciones, ¿el cine español se hará a oscuras? Muchos cineastas están actualmente moviendo sus guiones por productoras extranjeras.

–El cine español sobrevivirá de una forma o de otra. Los cineastas españoles, y me refiero con ello también a actores, técnicos, productores, etc., son gentes apasionadas, que hacen cine por la necesidad vital de hacerlo. Dejar de hacer cine para nosotros es como dejar de respirar. Y nos dejamos la piel en cada proyecto para que salga adelante. Esa visión interesada de que los del cine lo tenían todo hecho era tan falsa antes como ahora. Desde aquí mismo, en Los Ángeles, te das cuenta de la admiración que se siente por nuestro cine, nos ven capaces de acometer historias complejas y abrazar todo tipo de géneros con presupuestos irrisorios y siempre desde una libertad creativa que la monumental maquinaria de la industria norteamericana la mayoría de las veces no permite.

–Pero Hollywood se ha atrevido con un remake de su Celda 211.

–Sí. Varios productores me han dicho que una historia de la dureza de Celda 211 hubiera sido imposible que pasara hoy en día los filtros de Hollywood. Allí nunca se hubiera hecho. Al menos, tal y como es.

–Álex de la Iglesia afirmó la semana pasada en Mallorca que lo deseable, para que haya industria, es que puedan hacerse películas medianas. ¿Cree usted en el cine low cost tipo Carmina o revienta?

–Creo firmemente en el cine low cost, ya que cuenta con películas terriblemente interesantes como la propia Carmina o revienta, El mundo es nuestro, las obras de Juan Cavestany, el fenómeno de Diamond Flash y muchas otras. Todo demuestra lo que hablamos antes, el cine español perdurará como sea.

–¿Luis Tosar es uno de esos actores que acaban haciéndole el casting al director? Lo digo porque repite con él.

–Mientras él quiera repetir conmigo sería una locura por mi parte no contar con él. ¡Aunque fuera para interpretar a una niña! Es uno de los mejores actores contemporáneos. Aquí mismo, en Norteamérica, lo adoran. Comparan su fuerza y capacidad de mímesis con el Robert De Niro joven, aquel que pasaba como un camaleón de Taxi Driver a El padrino II o Novecento.

–Recuerdo aquel día en Palma que la Associació de Cineastes de Balears le premió. Fue hace dos años. No había representación institucional presente. ¿Qué le produjo esa situación: sorpresa, tristeza o le pareció normal?

–Ah, ¿no la había? A decir verdad, no me di cuenta. Esa noche estaba desbordante de alegría, estuve rodeado de personas estupendas, cálidas, llenas de buen humor y de talento. Una noche en la que me sentí querido y por la que estoy muy agradecido a la ACIB. Gracias de nuevo a todos, por cierto.

–Así como está el ambiente de caldeado y con la subida del IVA, ¿se celebrará o televisará la gala de los Goya en previsión de que pudiera darse otro "no a la guerra" amplificado?

–Hombre, a mí me extrañaría mucho que no se retransmitiera la gala de los Goya, ¿no?, sería un escándalo en sí mismo. Televisión Española está con el cine español, ¿no ha visto los anuncios? La razón de existir de la televisión pública es precisamente ésa, velar por lo nuestro, por nuestra cultura.