"Alegre y satisfecho" por haber contribuido al "colapso" del sistema informático del CineCiutat, que el pasado domingo registró un lleno absoluto para ver su última película, Madrid, 1987, David Trueba atendió ayer a los medios de comunicación para hablar de cine, política, juventud y periodismo, entre muchos otros temas.

En su último trabajo como director, el hermano pequeño de Fernando Trueba, director de cintas como La buena vida o Soldados de Salamina, ha intentado convertir la locura "en la cosa más normal del mundo" a través de un escenario que siempre se repite, el enfrentamiento generacional, en este caso entre un periodista consagrado (José Sacristán) y una estudiante de primero de periodismo (María Valverde).

"Nunca hemos conseguido que el paso de una generación a otra sea plácido", señaló Trueba, quien sitúa la historia en un momento en el que se terminaba la transición y se cometió el "gran error de no seguir trabajando en la construcción" de la democracia.

De entre los políticos de ayer destacó el trabajo que realizaron Carrillo, Suárez, González y Fraga, al acertar "pensando en el día de mañana", mientras que del presente citó a Artur Mas, "un hombre determinado" que "siempre quiere más", bromeó. También tuvo palabras para el ministro de Educación, José Ignacio Wert, y su "españolizar a los niños catalanes", una frase que tildó de "chorrada que seguro dijo sin pensar y que agota en el propio titular".

A la prensa, por su parte, le reprochó la división "equivocada entre negocio y oficio" que ha establecido y le recordó que lo que tiene que sobrevir en ella es "la esencia: la calidad".

"Somos lo que consumimos", añadió un cineasta que se muestra crítico con la piratería y al que le sorprende la "ingenuidad casi angelical" de la sociedad.

Según confesó, uno de los retos de Madrid, 1987 era poner frente a frente a dos actores tan distintos y con trayectorias tan diferentes como Valverde y Sacristán. "Era una de mis mayores preocupaciones, pero me sorprendieron por la capacidad de generosidad hacia mí", agregó.

Sin productora, sin una televisón detrás que le apoyara y sin distribuidora importante, la película salió adelante y viaja en la actualidad "de un modo lento y raro" por medio mundo. Ha llegado a la vez a Palma que a Los Angeles y Nueva York, y antes estuvo en el festival de Sundance. Se trata de "ser paciente y persistente" en el trabajo, precisó alguien que no tiene "vocación de marginal".

"Quizá sea Madrid, 1987 la película que más satisfecho me ha dejado", subrayó.

El director madrileño señaló que en EE UU le han comprado los derechos de su historia para llevarla a los teatros y aseguró éste sigue siendo una asignatura pendiente. "El teatro es un mundo que me atrae mucho pero al que tengo mucho respeto. Quiero ser prudente, pero sí, pienso en escribir algo para teatro", afirmó.

El también guionista, de películas como Perdita Durango o La niña de tus ojos, y novelista -con Saber perder obtuvo el Premio Nacional de la Crítica de 2008-, se desligó del premio Planeta, en el que algunas quinielas le daban como favorito. "Ya me pasó el año pasado, y eso que nunca me he presentado, porque considero que lo que prestigia a un libro son los lectores. Parece que usen mi nombre para promocionar el premio", espetó.