Entre Nader y Simin... y El pasado se habló de otra película...

Así es. Escribí otro guión después de A propósito de Elly, antes de rodar Nader y Simin, una separación. Empecé a trabajar en el proyecto, pero un día, en un café, de pronto dije que tenía otra historia en la cabeza. Y poco a poco, nos inclinamos por esa nueva historia. La desarrollé y, en seguida, escribí un primer tratamiento. Así nació El pasado.

¿Cómo fue la escritura del guión, cómo construyó la historia?

Nunca escribo una historia lineal. No hay un punto de partida ni uno de llegada. Siempre cuento varias historias que nacen de forma independiente y acaban convergiendo hacia una situación común. En este caso, un hombre que lleva varios años separado de su mujer viaja a otra ciudad para formalizar el divorcio. Y otro hombre debe ocuparse solo de su hijo, porque su mujer está en coma. Estos fragmentos de historias cogen cuerpo paralelamente y acaban tomando la misma dirección. Escribo de forma intuitiva, pero en cuanto acabo la sinopsis, empiezo a hacerme preguntas acerca de lo poco que conozco de la historia.

¿Su observación de la vida en Francia está reflejada en el guión?

Me hice muchas preguntas sobre las diferencias: ¿Qué cambiaría si la historia trascurriese en Irán? En mis películas, los personajes tienden a expresarse de forma indirecta. Es una actitud habitual en mi cultura y un recurso dramático que utilizo a menudo. Noté que en Francia no es tan habitual. Todo es relativo, pero los franceses se expresan, generalmente, de modo más directo. Por lo tanto, debía adaptar el desarrollo de mis personajes franceses a ese nuevo parámetro. Fue un proceso delicado.

Sin embargo, es el personaje iraní el que hace hablar a los demás.

De hecho, es un catalizador, alguien que permite a los demás hablar para que salgan a la luz cosas que no se han dicho en mucho tiempo. Pero creo que no lo controla, no lo hace a propósito. Me esforcé para que la nacionalidad no definiera a los personajes. Su comportamiento se ve definido por la situación.

Uno de los actores ha dicho que la idea de la película le surgió al ver a alguien en coma€ No, no fue así. Fui a ver a pacientes en coma para documentarme. Desde siempre, y sin la menor experiencia personal de una situación similar, asocio la idea del coma a un espacio dudoso: ¿Se está en la vida o en la muerte? Toda la película se apoya en la noción de duda. Los personajes se enfrentan a un dilema constante, están en una encrucijada. En Nader y Simin, una separación, el protagonista se encuentra en una situación algo compleja, pero común: Debe escoger entre el bienestar de su padre y el de su hija. El pasado plantea algo diferente: ¿Debe privilegiarse una cierta lealtad hacia el pasado o renunciar a él para lanzarse hacia el futuro?

¿Cree que este dilema se ve aumentado por la complejidad de la vida actual?

Probablemente. Creo que se tiende a pensar que el futuro es impreciso porque se desconoce. Pero el pasado me parece aún más opaco. Es posible que la vida actual tienda a ir hacia delante y a ignorar el pasado, pero la sombra del pasado siempre está presente y nos tira hacia atrás.

François Truffaut decía que los niños no saben mentir en el cine y ofrecen una verdad diferente de los actores adultos. ¿Está de acuerdo?

He llegado a la conclusión de que soy incapaz de hacer una película en la que no haya niños, aunque es difícil trabajar con ellos. Pero tengo la sensación de que su presencia abre el ambiente de la película a las emociones y a los estados afectivos. Insuflan sinceridad a la historia. Y, efectivamente, en mis películas los niños no mienten si los adultos no les obligan a hacerlo.

Aquí los niños son a la vez testigos y víctimas de los adultos...

Hay un niño al que nadie ve en esta película. Antes de su nacimiento, los demás ya han decidido su destino. Me pregunto lo que le contarán de su pasado, de los acontecimientos que precedieron su nacimiento.

Nader y Simin, una separación es una película rodada cámara en mano, pero aquí la cámara es mucho más pausada. ¿A qué se debe este cambio de estilo?

Cuando la historia empezó a cobrar forma y fui a ver los decorados, entendí que esta película exigía una mayor estabilidad, una cámara más fija, menos nerviosa. En Nader y Simin... todo ocurría ante la mirada del espectador. En El pasado sólo contemplamos las consecuencias de acontecimientos pasados y cómo afectan a los personajes. Al ser una película más interiorizada, la cámara debía moverse menos.