Cuenta con una sonrisa que cuando Clint Eastwood vio el vídeo de la prueba que había hecho en los estudios de la Warner Bros. en Los Ángeles, no tenía la menor idea de quién era ella. Y aunque eso podría haber resultado ofensivo para cualquier otra actriz con 14 años de carrera, en el caso de Sienna Miller (Nueva York, 1981) fue simplemente un alivio.

Para el legendario director, no importaba cuántas películas había hecho antes y si era o no una estrella, sino que le parecía la candidata perfecta para interpretar a Taya, la abnegada esposa de Chris Kyle, el francotirador que más enemigos ha matado en la historia del ejército norteamericano y que en el filme encarna Bradley Cooper: "Jamás se me ocurrió preguntarle sus razones para elegirme porque estaba entusiasmada de trabajar con esta leyenda del cine", cuenta Miller con exquisito acento británico.

Su papel en El francotirador, la película de guerra más taquillera de la historia en Estados Unidos y el mayor éxito de la carrera de Eastwood, la ha situado de nuevo entre las actrices más solicitadas de Hollywood. Además, no le viene mal haber interpretado a la esposa de Mark Ruffalo en Foxcatcher, dirigida por uno de los grandes cineastas de hoy, Bennett Miller, con quien no le une parentesco.

Es el principio de una nueva etapa en la carrera de la actriz que alguna vez fue más famosa por sus romances, sus desnudos y sus peculiares gustos por la ropa que por sus logros cinematográficos, y no por falta de talento. En el reciente Festival de Sundance se la vio compartiendo cartel con Ryan Reynolds en Mississipi Grind, y ha concluido el rodaje de Black Mass, la nueva película de Scott Cooper, junto a Johnny Depp, Benedict Cumberbatch, Kevin Bacon y Dakota Johnson.

A esos dos trabajos se suman dos filmes más por estrenar: High Rise, una historia de ciencia ficción con Tom Hiddleston y Jeremy Irons, y lo nuevo de John Wells, donde volvió a coincidir con Bradley Cooper: "El año pasado llevé el cabello de ocho colores distintos, porque estuve trabajando sin parar. Verme tan distinta me ayuda a transformarme. Convertirme en otra persona y desaparecer en el papel es uno de los aspectos que más me gustan de ser actriz".

La lista de proyectos para los que Miller ya ha firmado contrato no podría ser más prometedora. Compartirá cartel con Jane Fonda y Josh Hutcherson a las órdenes de William H. Macy en Krystal, repetirá con Cumberbatch en The Lost City of Z, de James Grey, junto a Robert Pattinson, y protagoniza la nueva película de Ben Af?eck, Live by Night: "Tengo una idea muy clara de dónde quiero estar y el tipo de papeles que me interesa y soy una persona que no se desconcentra", afirma rotunda. Y aclara: "No quiero decir que sea implacablemente ambiciosa, pero si me dan una oportunidad voy a trabajar hasta el agotamiento para aprovecharla al máximo. Después de tener a mi hija hice un pacto conmigo misma en el que decidí que no me importaría el tamaño del papel, pero mi meta sería trabajar con grandes directores, esperando capturar por ósmosis algo de su lucidez".

No cabe duda de que esa nueva actitud ya da sus frutos. "Creo que todo ha pasado por concentrarme en la clase de cine que quiero hacer, y no ser egocéntrica en la extensión de los papeles me ha ayudado a lograrlo. A mí no me preocupa si no soy la protagonista. Pero quiero estar al lado de grandes artistas, aunque sólo sea para hacerles el té. Sólo busco estar cerca de ellos, y debo admitir que he aprendido mucho desde que tomé esa decisión". Las cosas, claro, no siempre han sido así. Dueña de un rostro angelical y un talento contundente, con poco más de 20 años Sienna Miller tenía todo lo necesario para convertirse en una gran estrella, algo que un director debutante llamado Matthew Vaughn advirtió de inmediato, dándole el papel principal en su primer largo, Crimen organizado, junto a otro actor desconocido de sobrado talento, un tal Daniel Craig.

Era junio del 2003, y apenas concluyó ese rodaje, la bella rubia debutó en Hollywood con Alfie, junto a Jude Law, quien entonces, con 31 años, disfrutaba del mejor momento de su carrera. Dicen que el orden de los factores no altera el producto, pero en el caso de Miller, probablemente todo habría sido diferente si la película de Vaughn hubiese llegado primero a las carteleras. Para cuando se estrenó, Miller no sólo ya era conocida en Hollywood por su discreto papel en Al? e, sino por su romance con Law, con quien se comprometió un mes después del tibio estreno del filme. Aunque los papeles le seguían llegando, y fue contratada para acompañar a Heath Ledger en Casanova y encarnar en Factory Girl a Edie Sedgwick, la estrella de las películas de Andy Warhol que falleció por sobredosis, la fama de Sienna generada por la prensa del corazón superaba a la que obtenía por su trabajo.

Cuando se supo que Law la había engañado con la niñera de sus hijos, la noticia corrió como la pólvora: "En una sociedad obsesionada con la celebridad es muy difícil escaparse a eso, por más seriamente que yo me tomara mi trabajo y mi esfuerzo para que me viesen como una actriz seria. Sentía que me había convertido en una celebridad antes de que me aceptaran como actriz", señala. Los escándalos siguieron sucediéndose, y sus reconciliaciones y rupturas con el astro inglés dejaron sus logros profesionales en segundo plano.

No ayudó el fracaso de Stardust, o que títulos como Camille o En el límite del amor pasaran inadvertidos. Para colmo, Miller nunca logró seguir las indicaciones de sus jefes de prensa y callar su verdad para mantener buena imagen pública. Entonces comentaba sobre su relación con el nominado al Oscar por El talento de Mr. Ripley: "Jamás podría pensar en Jude como un error en mi vida. Me enamoré y fue maravilloso en muchos planos. Mi vida personal es más importante que cualquier otra cosa. La felicidad, el amor, la amistad, son cosas de las que uno no puede arrepentirse".

Aunque su relación con Law concluyó, la persecución de los paparazzi no cesaba, ni la fascinación de las revistas del corazón, que siempre la atrapaban en algún nuevo romance, a veces ilícitos: "Fueron años difíciles", admite hoy la actriz. "Con esa edad, si tu vida es registrada a diario por las cámaras como lo fue en mi caso, todo se vuelve complicado. Sobrevivir a esa época fue un gran desafío, pero fue el precio que pagué. Yo me siento muy afortunada de ganarme la vida con este trabajo".

En el 2009, tras el fracaso de G.I. Joe, Miller se tomó un largo respiro y aprovechó para replantearse su carrera y reencontrar su camino en el plano amoroso. Tras la ruptura de una segunda etapa con Law, comenzó una nueva vida con el actor Tom Sturridge. En julio del 2012 se convertían en padres de una niña, Marlowe Ottoline Layng: "Ser madre transforma por completo tu corazón y modifica cada experiencia de vida que tienes. Te vuelves una persona más profunda, y en mi caso yo sentí que alcancé mi madurez el día en que fui mamá", asevera. El gran vuelco no sólo ocurrió en el plano personal: en octubre de ese año, la cadena de pago HBO emitió The Girl, un telefilme sobre la complicada relación entre Tippi Hedren y Alfred Hitchcock durante los rodajes de Marnie y Los pájaros que sirvió para recordar a la gran industria el talento de Miller.

Con una nominación al Globo de Oro y otra al Bafta por su labor como Hedren, la actriz encontró la segunda oportunidad que buscaba y descubrió que ser actriz y ser mamá podían ir de la mano: "Este es un trabajo maravilloso, porque adonde yo voy, viene mi hija. Nunca estoy sin ella. Muchos de los directores con los que trabajo tienen familias, y hay mucho margen para que lleves a tus niños. Siempre hay un mensajero o alguna profesional de vestuario a quienes les gusta jugar con ella. Creo que como experiencia nómada la de ser actriz es muy interesante, mucho más que la de las esposas de los militares", reconoce.

Hija de un banquero norteamericano al que no le faltaba el dinero y de una sudafricana bohemia que le inculcó el amor por la actuación, Miller nació en Nueva York, pero al año siguiente la familia se mudó a Londres, donde su madre dirigió la filial inglesa del Instituto Lee Strasberg y encontró su lugar en el mundo: "Mi esencia es británica. Hay un modo de comportarse típicamente británico con el que me identi? co por completo. No sé cómo explicarlo. Me reciben muy bien en Estados Unidos, pero mi hogar siempre estará en Londres. Me encanta la cultura inglesa. Crecí yendo al teatro, siempre ha sido algo importante en mi vida", informa esta fan del Chelsea.

Sus padres se divorciaron cuando ella tenía 6 años, y a los 8 fue enviada a la prestigiosa escuela Heath? eld St. Mary. "Fue muy duro y también maravilloso, porque allí conocí a mis mejores amigas, que son como mis hermanas y me han acompañado toda la vida. Además, uno se adapta a todo, y yo allí adquirí una gran resistencia y fortaleza que me han servido mucho en la vida", comenta, explicando que no es que sus padres fuesen crueles, sino que los internados estaban muy de moda en Inglaterra. Todo aquello, añade, le dio la fuerza necesaria para no bajar nunca los brazos: "Siempre he sido muy independiente. Desde joven me sentí muy capaz como mujer, pero ahora que soy madre he descubierto una nueva fortaleza. Soy capaz de hacer muchas cosas a la vez de un modo que los hombres no podrían hacer. Si las mujeres guiáramos al mundo, todo sería más fácil. Probablemente la semana laboral sería de tres días, porque podemos hacerlo todo mucho más rápido", dice divertida.

Tal vez eso sea lo que vio Eastwood cuando la eligió para papel de Taya en El francotirador, una mujer que veía marchar a su marido al frente sabiendo que tal vez no regresaría: "Ella era muy paciente y además sabía con quien se había casado. Había elegido a un hombre cuyas prioridades eran Dios, el país y su familia, en ese orden, con un enorme compromiso con su patria y una arrolladora necesidad de proteger. Taya entendía que a él le resultaba complicado quedarse en su hogar con su familia, pero no porque no les quisiera. Era un padre increíble, un esposo asombroso, y el amor entre ellos era muy fuerte, pero él sabía que mientras estaba en su casa había gente muriendo en el frente que él podría haber salvado".

Miller se entrenó duramente para mostrar el estado físico admirable de la viuda de Kyle, con quien mantuvo largas conversaciones: "Pasamos mucho tiempo juntas, y fue muy abierta conmigo, aunque tuve que tener en cuenta que ella ya no es la mujer que yo interpreto, porque en esa etapa aún no había vivido su tragedia. Ella me lo contó todo, lo cual fue muy positivo porque muchas de las escenas muestran cosas que pasaron de verdad, y le pude preguntar qué sintió en esos momentos", recuerda.

Además ha tenido a su alcance mucho material. "Ella nunca tenía la certeza de que Chris regresara cada vez que marchaba a Iraq, así que guardaba todo y tiene muchísimos recuerdos. Pude leer cada correo que se enviaron mientras él estaba en el frente y todo eso ayudó a definir mi relación con Bradley en el filme". Aunque su nombre no ? gura entre las seis nominaciones de El francotirador y todos los elogios han sido para Cooper, el futuro sonríe a esta actriz que inició su carrera con el pie izquierdo.

Hoy tampoco faltan quienes le siguen la pista en todo momento, pero ahora son los productores y directores de cine: "Por suerte, los paparazzi ya no me persiguen. Eso ha cambiado por completo. Tengo una orden restrictiva en Inglaterra, por lo que es ilegal para ellos estar cerca de mí. Eso me ha permitido concentrarme en hacer buenos trabajos y no poner la atención en el lugar equivocado. Mi vida ha mejorado en todos los planos, y mi hija puede crecer en un ambiente privado, lo cual es un logro enorme para mí", confiesa relajada.