Afirma el cineasta Fernando Colomo que el único pecado que no puede permitirse es aburrir al público. Ahora, vuelve a ponerse detrás y delante de la cámara para ofrecer Isla bonita, su cinta más personal y que define como "la comida hecha en casa y servida a domicilio, para nada industrial".

Colomo (Madrid, 1946) presentó su último proyecto en la sección Zabalategi del Festival de San Sebastián y este viernes lo estrena en salas de toda España. En esta película, entrelazando ficción y realidad, cuenta el momento que vive en Menorca Fer, un veterano realizador publicitario en crisis, a partir del encuentro con un viejo amigo, Miguel Ángel, y una escultora, Nuria, y su hija Olivia.

No esconde Colomo que no se encuentra en una etapa boyante y que tenía "cierta urgencia" en expresarse, por lo que optó por una película artesana, con personajes reales y algún que otro actor profesional, sin intermediarios, "sin que nadie manoseara los guiones y el reparto".

La joven actriz menorquina Olivia Delcán, hija de la escultora Nuria Román, ha sido determinante en este proyecto redondo, en el que Fernando Colomo "ha aprovechado las relaciones verdaderas, la química existente entre algunos de los protagonistas".

Otro personaje central de la historia es la isla de Menorca, algo no premeditado, "pero rodamos allí y te vas impregnando de este territorio español, el último en ser dominado por las huestes franquistas, represaliado por ello, a diferencia de Mallorca".

En su opinión, además, se trata de un lugar "con mucha personalidad, muy guapo, pero que tiene un lado oscuro, un invierno que nada tiene que ver con el verano, muy duro, con todo cerrado, sin luz a las cuatro de la tarde y con mucho frío".

El film, precisamente, no obvia que es el sitio de España donde hay más suicidios. "No quería hacer una comedia, quería una película, sin preocuparme del género, y no pensé si iba a gustar o no, si sería comercial o no, sino que la planteé como un proyecto personal y colectivo, sin guión, aunque sí había estructura y un plan de trabajo".

Aficionado a la pintura, el cineasta dice que, igual que cuando empieza un cuadro nadie le señala cómo debe hacerlo, aquí sólo tenía esbozadas unas notas y pone como ejemplo que para la escena que rodó sobre una cena que mantiene Fer (interpretado por él mismo) con la escultora Nuria sus notas sólo indicaban que hablaban de "de lo divino y de lo humano y que a Fer le daban calabazas". Los diálogos, por tanto, se fueron improvisando sobre la marcha, sin conocer los actores lo que iba a suceder. Fernando Colomo también ha sido fiel a una cuestión como la lingüística, de manera que en la película hay personajes que hablan en castellano, otros en menorquín y otros en inglés.