Netflix estrena este viernes 28 de octubre '7 años', la primera película producida por la plataforma en España. Paco León, Juan Pablo Raba, Alex Brendemühl, Juana Acosta y Manuel Morón protagonizan este tenso 'thriller' inmersivo en el que cuatro amigos y socios de una empresa deben decidir en una noche quién de ellos carga con las irregularidades fiscales de su negocio y pasa siete años en la cárcel para salvar al resto.

Roger Gual dirige esta historia que encierra a cinco personajes en un mismo espacio durante toda una noche para tomar una decisión que cambiará sus vidas. Una película tensa, casi claustrofóbica cuya puesta en escena recuerda a lo que el realizador catalán ya hiciera en 'Smoking Room' (2002), cinta con la que ganó un Goya.

"Normalmente en mis películas intento establecer unas bases, unas reglas del juego que sabiéndolas todos podemos jugar, intentar aprender y pasarlo bien", afirma Gual en una entrevista con Europa Press en la que también explica las "normas" en las que se mueve '7 años': "En este caso básicamente son cinco personajes que durante una noche tienen que tomar decisiones muy fuertes, porque uno de ellos tiene que ir a la cárcel durante siete años. La presión que soportan es muy fuerte y la olla a presión que se genera también".

Casi una quincena de planos secuencia, la mayoría todos con cámara en mano que exigían "estar muy enchufados a la historia". Un punto de partida "muy teatral" que demandaba, según el diretor, contar con "actores que sean creativos, que les guste aportar cosas al proceso y que disfruten ensayando". "Tuvimos tres semanas de ensayos", revela Gual, que reconoce que este margen de maniobra es algo "muy poco habitual" en el cine y les permitió probar muchas cosas".

Un reto y un regalo para los actores

Una propuesta cinematográfica singular que para un actor es, en palabras de Paco León, "un reto y un regalo". "Es un regalo en el sentido de que en el cine es muy difícil sentir que está pasando algo cuando todo está todo tan fraccionado, y aquí tuvimos la oportunidad de rodar secuencias largas, de sentir las situaciones. Pero también un reto porque se ve todo. Aquí no hay truco del almendruco", afirma el actor que da vida a Luis, el programador de la empresa de software y, como socio fundador, candidato a ser el que pase siete años entre rejas para cargar con los delitos fiscales de la firma.

"Teníamos todo el rato la cámara muy encima, la concentración tuvo que ser muy precisa porque en cualquier momento te podía enfocar", apostilla Manuel Morón, que da vida a José, el mediador profesional que los cuatro socios de la empresa contratan para que, en unas pocas horas, les ayude a tomar la mejor decisión, a encontrar al mejor culpable.

Comienza entonces una intensa batalla dialéctica entre los cuatro socios que "plantea un dilema muy profundo" y que busca "despertar en el espectador muchas preguntas", tal y como señala Juana Acosta, que da vida a Vero, la contable de la empresa y otra de las socias fundadoras. Alex Brendemühl, que da vida a Marcel, el CEO de la empresa, y Juan Pablo Raba, que interpreta a Carlos, el comercial, completan el cuarteto de socios y, por tanto, candidatos a ir a la cárcel.

"Aquí el que no manga es tonto"

"La película plantea un dilema moral cotidiano, porque no todo el mundo tiene cuentas en Suiza pero sí todo el mundo debe decidir constantemente entre ser una persona decente o no", afirma vehemente Paco León, que recuerda que durante años "en este país hemos vivido una época política y también social donde cuanto más cojas mejor".

"El que no manga es tonto", apostilla Morón, que apunta que la lucha por salvarse de los personajes de 7 años destapa no solo los trapos sucios de los cuatro socios y amigos, sino que también refleja las miserias de nuestra sociedad. "La película habla del deterioro de nosotros y de nuestra sociedad, de la ambición. Y cuando nuestra mentalidad es esta nos dice en qué nos estamos convirtiendo", señala el actor.

En esta misma línea el director -un cineasta "con un gran amor por los actores", según le define Brendemühl- reconoce que uno de los grandes objetivos de 7 años es que el dilema moral se traslade de la pantalla hasta el espectador. "Queríamos generar preguntas, generar debate. Eso es lo interesante, que el público se pregunte si somos tan buenas personas como decimos ser y qué haría en esta situación", sentencia.