Paco Roca (Francisco Martínez Roca. Valencia, 1969) lleva una temporada que no para. Se ha echado a la espalda buena parte de la promoción del largometraje Arrugas, basado en la novela gráfica del mismo título que le valió el Premio Nacional de Cómic 2008, y que, bajo la dirección de Ignacio Ferreras, ya ha llegado a los cines.

Sin quitarle mérito a su esfuerzo, buena parte de la promoción de Arrugas se está haciendo prácticamente sola, gracias a los premios logrados o a los que aspira, empezando por esas dos candidaturas a los Goya, o a la del Gaudí de la Acadèmia del Cinema Català.

Sí, sí, la verdad es que el arranque de la película ha sido estupendo. también en el ámbito internacional, con la preselección para los Oscars y para los Annie de Hollywood..., o el ya logrado Excellence Award en el Japan Media Arts del Ministerio de Cultura nipón. Sí, Arrugas está teniendo ahora mucha repercusión. Es lo bueno del cine. Porque el cómic ha ido haciendo su camino a lo largo de los años, pero con una película todo es mucho más mediático, y en cuanto la estrenas subtitulada, puedes llegar a cualquier país. Pero, sobre todo, con esto te das cuenta de que el tema que trata Arrugas, la vejez, la soledad..., es universal, una historia que funciona en todas partes.

Vamos a pedirle un ejercicio de imaginación, que no de fantasía: Acaban de darle un Goya...

Bueno, lo primero serían los agradecimientos a todos los responsables de la película, que han hecho crecer el cómic durante tanto tiempo de trabajo. También a a todos los amigos que han apoyado el proyecto, que me han apoyado a mí. Todo ha sido muy rápido también para ellos, porque antes de Arrugas yo ya me dedicaba a esto, pero sin repercusión pública, y de repente ven que su amigo empieza a salir en los medios. Para todos esos amigos que se guardan los recortes de prensa, para los amigos de mis padres, la peluquera de mi madre... Y , claro, para las asociaciones relacionadas con el alzhéimer, que también se emocionan cada vez que pasa algo con Arrugas... Sí, yo le daría las gracias a toda esa gente.

Y ahora, en serio. ¿Cree que tiene posibilidades de ganar algún Goya?

Hombre, yo creo que el de guión adaptado es casi imposible, pero el de animación... ¿Por qué no el de guión? Hay películas que son más mediáticas que Arrugas. Y está Almodóvar... La verdad, me parecería extraño que alguien que no es del mundo del cine llegue de repente y se lleve un Goya.

Pero se le nota lleno de orgullo...

Sí, porque es un trabajo que has hecho tú y lo has visto crecer, y porque con él estás buscando de alguna forma un cambio social. Aunque el primer objetivo de una obra de ficción es entretener, también está la intención de difundir el mensaje que quieres, que en el caso de Arrugas es concienciar sobre la vejez. Ya que no podemos hacer nada por eludirla, ni por evitar enfermedades como el alzhéimer, sí, al menos, procurar que la calidad de vida de los mayores mejore, paliar en lo posible su soledad... Por lo tanto, aunque por una parte me cansa el seguir hablando de Arrugas después de tres años, por otra te das cuenta de que estás haciendo casi como una campaña sobre lo que he comentado antes, y cuanta más proyección tenga, mejor.

Más de uno se le echará encima por defender la función social del arte...

Creo en eso. Con las comillas que quieras, porque lo peor es el ser panfletario. Pero sí creo que el arte, y en especial la ficción, consigue cambiar nuestra forma de pensar. El arte y la ficción se pueden usar bien, usar mal o no usar, pero ofrecen la posibilidad de cambiar las cosas.

Arrugas cuenta una historia universal, pero va a contracorriente en esta sociedad hedonista y rendida a la juventud y a la belleza.

Desde luego. Después de Arrugas hice una especie de diario junto con Miguel Gallardo, World Tour, sobre el porqué él había hecho una cosa relacionada con el autismo [María y yo] y yo Arrugas, sobre la vejez, el alzhéimer..., y una de las cosas que comentábamos es esa. Cuando yo me dedicaba más que ahora a la publicidad, hice un cartel en el que, entre otros personajes, había una pareja de ancianos. La empresa me dijo que todo estaba muy bien, excepto los ancianos, que no los querían porque la gente no quiere verlos en la publicidad. Sí, es cierto, hay una especie de fobia hacia la vejez, hacia todo lo que se salga del patrón de belleza, juventud, competitividad... Incluso Michael Caine, cuando le dieron el Oscar al mejor secundario por Las normas de la casa de la sidra, se quejaba de que a su edad en el cine solo se podía aspirar a hacer papeles secundarios, porque no se escribían protagonistas mayores. Mucho peor en el caso de una actriz entrada en años... Sí, mucho peor. Para ellas, el llegar a cierta edad puede significar el fin de su carrera.

¿El hecho de compartir ahora la paternidad de Arrugas le produce alguna desazón?

No. También he tenido suerte, porque me han mantenido en el proyecto cinematográfico como cabeza visible. Además, entiendo que está basada en mi cómic, pero no es mi película. Manteniendo ese punto de distancia también aprendes y disfrutas mucho. Quiero decir que cuando haces algo, tiendes a creer que esa es la única manera, pero al ver a otros trabajando descubres más posibilidades de contar la historia, ves cómo se puede enriquecer. El hacer esta película a mí me ha servido para abrir más la mente.

¿Dónde sitúa usted las diferencias de enfoque y narrativas entre el cómic y la película?

Yo creo que el espectador que haya leído Arrugas, y pasando por encima de sutilezas, se dará cuenta rápidamente de que hay algunas partes de la película que no estaban en el libro. Primero, porque la historia se quedaba corta y ha habido que añadir: algunas cosas han salido del World Tourque te comentaba antes y otras, simplemente, son cosa de Ignacio [Ignacio Ferreras, director de la película]. Esto es lo más evidente para el espectador, pero, desde luego, hay más cosas. Yo, por ejemplo, veo más dramatismo en la película que en el cómic, y el ritmo es diferente, como lo es el orden de las escenas...

Claro, la lectura de un cómic es distinta al visionado de una película.

En el cómic juegas más con la complicidad del lector, y si se pierde, sabes que volverá atrás; también sabes que la lectura puede ser más lenta, que puede dejarla y retomarla más tarde... En una película, si el espectador se pierde en el minuto diez, ya no se va a enterar del resto. Esto obliga a hacer cambios narrativos.

Ahora que ha experimentado con los dos modos de narrar, ¿cree que su obra ha ganado o ha perdido al pasar de un medio a otro?

Son diferentes. Cuando te planteas la adaptación para el cine, tienes que saber por qué la haces, porque, desde luego, no tendría sentido hacer lo mismo que ya existía. Al final, creo que la película mantiene totalmente el espíritu del cómic, al tiempo que funciona perfectamente como película independiente, y esto es lo importante.

Por otro lado —permíteme ser pedante—, creo que quizá el cine de animación ha ganado con esta película. Quiero decir que da la impresión de que el cine de animación, en general, es para un público infantil o juvenil, que faltan historias que demuestren que ambos medios tienen herramientas más que suficientes como para dirigirse a un público adulto, y en este sentido Arrugas me parece que era un proyecto perfecto para hacer en animación

... En 3D. ¿No se ha recurrido al 3D por cuestiones puramente económicas o, por el contrario, ha sido una elección autoral, consciente?

En realidad, ha sido por cuestiones presupuestarias. Pero, dicho esto, añadiré inmediatamente que ha ido muy bien y que incluso habría sido un error el hacerla en 3D. El director está mucho más cerca del animejaponés que de Disney, y esto va muy bien, porque nos hemos venido acostumbrando, tanto en cine como en animación, a que hay un lenguaje infantil de Disney o de Pixar, pero es muy difícil contar una historia supuestamente real y dura con una animación de ese tipo. De manera que hay que buscar otras formas de contarla, como en su día se hizo con Persépolis[ Marjane Satrapi y Vincent Paronnaud, 2007] o, más claramente, en Vals con Bashir [Ari Folman, 2008]. Tienes que irte a otro extremo, a que la gente no tenga prejuicios, que no sepa lo que va a ver.

En resumen, ¿está diciendo que el 2D es más adulto que el 3D?

Sí, totalmente. Sobre todo, lo que entendemos por el 3D del que hablaba antes. Arrugasse podía haber hecho en un 3D tosco o buscar otro medio. Yo creo que hay que buscar otras formas de contar dentro de la animación. La animación es muy cara, y, sin embargo, hay ciertos temas que funcionan muy bien con ella, pero no tanto en otro formato. De hecho, hubo algunos intentos de hacer Arrugas en imagen real, pero yo nunca lo vi. Hay que abrir este camino a la animación barata, que te permita contar cosas con mucha libertad y de

una forma que de otra manera sería imposible o no resultaría efectivo.

Entonces, ¿qué habría pasado si Arrugas cae en manos de una gran productora estadounidense?

Imagino que si hubiese caído en manos, por ejemplo, de Disney, habría sido algo totalmente diferente, tanto en la animación como en la historia, porque el gran presupuesto, la idiosincrasia de la productora, su público..., habrían obligado a hacer, por ejemplo, un final feliz o cosas quizá más políticamente correctas. La escasez de presupuesto para hacer Arrugas le ha venido bien a la libertad creativa, y, por otro lado, este esun producto que no tiene nada que ver con las historias de Disney o de Pixar, que no digo que estén mal, pero que, evidentemente, van dirigidas a otro público

¿Repetiría la experiencia?

Me gustaría, pero en la misma posición en la que he estado ahora, la cómoda, con un pie dentro y otro fuera. Mientras Ignacio le edicaba tres años de su vida a Arrugas, yo he hecho El invierno del dibujante, Memorias de un hombre en pijamay alguna que otra cosa por ahí. La verdad, prefiero seguir así. Yo estoy encantado con el cómic, y si después te lleva al cine, estupendo, pero, si no, tampoco pasa nada.

¿En qué anda ahora?

Bueno, tampoco puedo hablar mucho. Lo llevo muy atrasado por culpa de este follón de Arrugas... Y si empieza con premios, verá... Sí, por un lado estará muy bien, pero por otro puede ser... Porque a mí lo que me gusta es estar en mi estudio, dibujando, y más cuando tengo una historia a medias.

¿Qué historia es esa?

Todavía falta hasta las próximas Navides, que es cuando saldrá. Va un poco por el camino de El invierno del dibujante, para contar una época de España que yo creo un poco olvidada o de la que, al menos, hay muy poca documetación. Es el exilio de medio millón de españoles tras la guerra civil. ¡Y hasta ahí! Igual le dicen que hasta el cómic recurre a al guerra civil... No se trata de la guerra civil, sino ás bien de la posguerra. No habla del anquismo y esas cosas.

Sigue cómodo con el drama...

De momento, sí. Y también intentando inventar poco. Quizá me esté volviendo perezoso. O quizá me apetece más contar ese tipo de historia real, aunque al final también lleva muchísimo trabajo de documentación y para intentar que el resultado no sea panfletario ni sensiblero.

¿Cómo está el cómic en España?

Si la crisis no lo corta todo, estamos en el mejor momento. Empieza a haber un montón de cosas que le abren camino al cómic, que hasta ahora, si no un gueto, era algo muy reducido. os aficionados siguen comprando, pero en realidad las ventas han aumentado

gracias a la atención que le están prestando las librerías no especializadas, centros comerciales...

¿Y el mercado internacional para los autores españoles?

Hasta ahora solo han funcionado el mercado francés y el norteamericano. De hecho, hay muchos españoles trabajando en esos países, gente a la que aquí ni se la conoce. Pero creo que repercutirá muy positivamente en España. Ahora hay cinco o diez autores aquí que pueden vivir del cómic, aunque no sea de manera exclusiva. No es mucho, pero estas cosas también pasan en el cine... O sea, el eterno problema español del raquitismo de la industria. Sí, pero es que además vivir de la cultura en España siempre ha sido muy

complicado. Y lo que rondaré...

En fin, ¿querría demostrar su solidaridad gremial y recomendar algún autor de cómic que no sea usted mismo?

Ayer, justamente, leí Historias de barrio, de Gabi Beltrán y Bartolomé Seguí, que me pareció una obra magnífica, de lo mejor que he leído últimamente y que además puede llegarle a un público muy amplio.