Hace tiempo hizo la maleta y «huyó» a Hollywood. El actor catalán se muestra muy disgustado con lo que está ocurriendo en nuestro país. «No estamos para festivales sino para salir a la calle y reivindicar nuestros derechos», afirma el protagonista de «Buscando a Eimish».

¿Cómo fue el proceso de creación de su personaje en Buscando a Eimish?

Cuando leí el guion vi una historia muy simple, pero que a su vez a la gente de hoy nos provoca una reacción. Hemos crecido con un modelo de pareja y familiar que está absolutamente desfasado y obsoleto. Ahora hay unas libertades que nos hacen crear otro modelo por mucho que el poder insista en los toros y en la Iglesia. Creo que nuestra generación ya ha cambiado eso, pero está en ese momento de cambio y provoca que con treinta años seas consciente de lo que es el amor o que lo veas como una necesidad. La dificultad de mi personaje con el de Manuela Vellés, al ser una película cronológicamente caótica, sí era muy importante que yo supiera en qué situación estaba con mi pareja.

Parece que la Iglesia no quiere ver esos cambios...

Es una evidencia. Insisten en ese anclaje y entiendo a la gente que le vaya esa tradición, pero yo que soy un hijo de la democracia veo que es un absurdo, un sinsentido. Que la iglesia no pague sus impuestos nos está costando muchos recortes. Hay cosas más importantes que el miedo a la muerte o la fe. Primero están las cosas tangibles y luego vendrán los sueños.

Su personaje vive una odisea y España está viviendo otra con los recortes.

Estamos abocados a un fracaso inmediato. Fuera se habla de lo mal que va España, no de lo mal que va Europa. Hay que salir y ver otros prismas y que el mundo es más fácil que lo que pasa aquí. Que un partido tenga mayoría absoluta, ya sea de derechas o izquierdas, es una vergüenza. Todo es una mentira.

¿Qué le pareció el Movimiento 15-M?

Me pilló lejos, pero lo vi bien. Hasta el 15 -M, los políticos hacían lo que les daba la gana. Creo que ha sido una llamada de atención, porque son una panda de mafiosos. Nos están insultando en la cara y parecemos tortugas.

Lo peor es que no se le ve el fin a esto.

El fin está en juzgar a los mentirosos, que son los banqueros. Nos han robado de una manera... y aún así el Gobierno avala a esta gente que nos han mentido. Es muy fuerte ver a gente con ochenta años en la calle. Me van a acusar de terrorismo, pero esto va a acabar mal. República y revolución ya. Tal y como está España, me parece absurdo hablar de películas. Esto es muy serio. Hice las maletas hace tiempo y no fue un salto a Hollywood sino una huida de España. Estoy fuera por obligación, no por divinidad ni porque me guste trabajar allí.

¿Qué tal le ha ido en el extranjero?

Muy bien, y lo que me queda.

Y con las grandes estrellas, ¿le ha dado un poco de vértigo trabajar con Bruce Willis, Benicio del Toro o Johnny Depp?

Bien. He tenido la suerte de trabajar con gente de mucho nivel, estoy encantado. Evidentemente lo disfrutas, te hace su gracia, pero lo normalizas. Pero a los grandes los he encontrado aquí. Ayer [por el miércoles] hablé con Raúl Arévalo dos horas y disfruté más que la media hora que estuve con Jack Nicholson hablando de los Lakers. Es diferente. A los grandes los he encontrado aquí.

¿Ha logrado la felicidad fuera?

La felicidad me la ha dado mi hijo. Vivir fuera me ha dado un cierto prisma y una objetividad que es muy necesaria.

¿El Goya por Camarón que representó en su carrera?

Un reconocimiento que no me esperaba. Había hecho un par de trabajos que me parecían mucho más merecedores de Goya que el de Camarón. También se vota mucho por amiguismo y tuve la grata sorpresa de que tengo pocos dentro del cine, me lo llevé y dije: «Éste es de verdad». Se lo dediqué a Achero Mañas y a Jaime Chávarri, porque creo que ese premio venía por otras películas.

¿Cómo ve este año el Festival de Málaga?

Lo veo más televisivo. Pero hay que agradecer que Málaga apueste por el cine español. Con los recortes, el año que viene tener un Goya va a ser como con Jorge Sanz, que decía: «Tengo tres, pero es que los tengo porque te daban uno por hacer una película». Se hacían muy pocas y vamos a volver a eso. Ahora hay cosas más serias que el cine. No estamos para festivales, sino para salir a la calle y reivindicar nuestros derechos. Esto tiene que explotar por algún lado.