Entrevista |

Marcos Morau: "Mucha gala y mucho premio pero el músculo de la danza en España es débil"

El coreógrafo, Premio Nacional de Danza en 2013, presenta este sábado en el Teatre Principal de Palma la pieza de La Veronal 'Sonoma'

Marcos Morau, alma mater de la compañía de danza La Veronal

Marcos Morau, alma mater de la compañía de danza La Veronal / Vanessa Gómez

Redacción

Marcos Morau, Premio Nacional de Danza (2013), retoma las ideas esenciales de la pieza que creó en 2016 para el Ballet de Lorraine, Le Surréalisme au service de la Révolution, a partir de la figura de Buñuel y alrededor de la Calanda medieval y el París cosmopolita, en Sonoma, pieza que se puede ver este sábado en el Teatre Principal de Palma (20 horas). «Es la mejor pieza que la compañía La Veronal ha hecho hasta el momento. También la que más está girando, desde Grecia hasta Portugal, pasando por Alemania, Luxemburgo o Italia», apunta el coreógrafo.

¿Qué es Sonoma?

Es una obra que se concibió en el confinamiento, un detalle importante, porque es una pieza que grita, que tiene mucha fuerza. Tuvimos muchas cosas contenidas durante un tiempo, muchos miedos y presiones, y de repente nos dejaron estrenar este espectáculo que rezuma y emana todo eso. Cualquier artista que no puede presentar, ni girar por todo el mundo ni disponer de los teatros se siente preocupado. Todo eso es Sonoma, pero también es un homenaje a Luis Buñuel y a las mujeres. Se habla de cómo las mujeres han sido incivilizadas en la historia y en la religión, y cómo ellas están contándonos la historia y declamando hacia qué futuro nos tenemos que mover. Todo teñido como algo surrealista, con el cine de Buñuel, el folclore, la religión...

Una pieza con la que retoma las ideas esenciales de la obra que creó en 2016 para el Ballet de Lorraine, Le Surréalisme au service de la Révolution.

Sí. En ese momento me quedé con las ganas de hacer una pieza más extensa, porque era un encargo de una media hora de duración. Quería dedicarle más tiempo y más horas a Buñuel, así que estuve esperando el momento de mi carrera para poder hacerlo, y llegó en el 2020. Sonoma ha tenido más recorrido y éxito que Le Surréalisme au service de la Révolution. En Francia, Buñuel es una persona muy querida y conocida, y creo que el truco de que funcionara esta pieza, Le Surréalisme…, es que no era una obra de danza al uso, sino una especie de retales de historias de mujeres declamando textos, gritándose, construyendo pasajes bíblicos, tocando el tambor… Al público francés le resultó exótico, diferente, único.

Ha destacado el recorrido y la respuesta del público frente al último trabajo de La Veronal.

Creo que Sonoma es la mejor pieza que la compañía La Veronal ha hecho hasta el momento. También la que más está girando, desde Grecia hasta Portugal, pasando por Alemania, Luxemburgo o Italia. Somos la compañía española que más presencia internacional está teniendo ahora mismo. El año pasado Sonoma clausuró el Festival de Avignon, el más importante diría que del mundo, en el Palacio de los Papas, el espacio principal del festival. Fue un hito para nosotros, no podíamos llegar más alto con este espectáculo. Es una obra con nueve mujeres, con muchísima rabia y al mismo tiempo hechizando al espectador desde el minuto uno, con textos, plegarias, canciones, ritos, danza… Es un espectáculo fácilmente asequible para un perfil muy diverso, de gente experta y entendida, y también de neófitos que nunca antes han visto danza.

También hay máscaras, efectos especiales, un cuidado vestuario…

Hay un trabajo estético y plástico muy depurado, y eso es una de las marcas de La Veronal. El atrezo, el material, las maderas, las cuerdas, los vestuarios… son como réplicas de conceptos tradicionales y folclóricos aragoneses. La música está muy cuidada, compuesta por Juan Cristóbal Saavedra. También los textos, que parten de los evangelios y nos llevan a una nueva religiosidad, a un nuevo misticismo; y la coreografía, también marca de la casa, con todas las bailarinas, entre ellas una mallorquina, Laura Lliteras, a muerte con un lenguaje que está más asalvajado, más liberado.

¿Qué buscaba en las bailarinas, en sus cuerpos, en sus movimientos, a la hora de formar el elenco?

Quería que fueran mujeres porque había algo en la pieza que era revolucionario, que quería cambiar algo de lo establecido, y estábamos convencidos de que eso lo tenían que hacer las mujeres. Muchas de las bailarinas han formado parte de la trayectoria de La Veronal. Todas están en forma y todas ellas tienen algo que expresar. Quería que la mujer, que ha estado ocultada en la historia, en la religión, en casi todo, nos gritara: Eh, estoy aquí.

¿La danza debe estar al servicio de la revolución, la concibe con un ejercicio transgresor?

Creo que el arte está para agitar conciencias, para plantear preguntas, debe responder a nuestro tiempo, debe ser algo que nos apele como sociedad, nos tiene que hacer cambiar, tenemos que sentirnos viejos, tiene que hacernos ver que hay algo que avanza e ir avanzando con él. No hay que tener complejos ni miedos a la hora de enfrentarse al arte, que siempre va por delante. El mejor arte siempre es visionario y nos hace crecer a todos los niveles.

Lamentablemente las instituciones van por detrás. ¿Seguimos suspendiendo en cuanto a subvenciones, sigue faltando sensibilidad por parte de los gobernantes en lo relativo a la danza?

Seguimos suspendiendo, faltan subvenciones para bailarines, para compañías, para pequeños formatos, para emprendedores. Falta continuidad en el apoyo. Un día te dan mucho dinero y de repente dejan de darte apoyo. Los bailarines, para poder sobrevivir, tienen que coger muchísimos trabajos, y son trabajos precarios. Se ha mejorado, sí, pero la danza en España no se ha equiparado al resto de Europa. Hay premios y otras cosas que suceden en España que intentan ensalzar el sector de la danza pero no es suficiente. Mucha gala y mucho premio pero el músculo de la danza en España está muy débil.

¿Qué cambió en su vida a raíz del premio Nacional de Danza recibido ahora hace 10 años?

La verdad es que no cambió nada. Sí es verdad que la gente empezó a hablar de mí con un mayor respeto, porque de repente un Premio Nacional es como una marca, como un: ah, pues este chico lo hace bien.  

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