La decoración de tartas y magdalenas -o cupckaes- con fondant es cada vez más común en la repostería casera. Si antes se veía solo en algunas pastelerías y hornos, ahora cada vez más aficionados a la cocina se animan con esta pasta que hace de cada pastel una obra de arte.

El fondant es, básicamente, agua, azúcar y glucosa mezclados de tal forma que se convierten en una pasta laminada ideal para recubrir todo tipo de pasteles. Se puede comprar ya preparado o bien elaborarlo de forma artesanal en casa.

De la masa a la obra de arte: primeros pasos

El primer paso es tener bien clara la idea: ¿recubrirás un pastel redondo o quieres que tenga alguna forma concreta, como por ejemplo de oso? Según el caso, habrá que empezar a diseñar el pastel desde el mismo bizcocho dándole la forma deseada, ya sea con un molde o fragmentándolo en los pedazos necesarios para crear la forma deseada.

Ahora llega el momento de teñir el fondant y que tome los colores deseados. Para ello hay varias formas de hacerlo: con colorante en forma de pasta, gel, líquido y polvo.

Cómo teñir según el tipo de colorante

Los colorantes en pasta y en gel son los más adecuados para tratar el fondant y son los que conseguirán que el color sea más fuerte. El colorante líquido podría acuar la masa y el que es en polvo resulta difícil de extender, eso sí, resulta muy útil para dar matices y sombrear.

El primer paso para dar color al fondant es amasarla y añadir el colorante. Ya sea en forma de pasta o gel, lo ideal es introducir un palillo y colorear una bola de fondant para, a continuación, amasar hasta que quede una mezcla uniforme.

La pasta laminada requiere mucho mimo: tiene que trabajarse y amasarse, ablandándola con la ayuda de un rodillo. Para que no se pegue en la superficie de trabajo es aconsejable cubrirla con maicena.

También puede ocurrir que el fondant esté demasiado duro como para poder amasarse fácilmente, en ese caso, un truco es introducirlo unos segundos en el microondas y seguir dándole forma con las manos. Después hay que alisarlo con la ayuda del rodillo para lograr una lámina uniforme del grosor deseado.

Cubrir la tarta

Cubrir el pastel es, quizá, uno de los momentos más complejos del proceso. Para ello se recomienda cubrir la tarta con algún tipo de crema -nocilla, dulce de leche o queso para untar, por ejemplo- y así hacer desaparecer las grietas y agujeros a la vez que sirve de "pegamento". Después, llega el momento decisivo: hay que tapar la tarta con las láminas de colores de fondant preparadas previamente y... ¡Listo!

Guardar el fondant

Si te ha sobrado pasta o se te ha acabado el tiempo puedes guardarlo en la nevera recubierto de papel de film durante unos días.

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