No soy el único que queda prendado de este bello rincón de Sencelles. Can Pep desprende aromas, delicadeza y buen gusto.

Esta panadería cuenta con años de historia. La familia Coll la regenta desde hace tres generaciones. Elaboran artesanalmente pan, panades, cocarrois, ensaïmades, coques de quarto, coques de patata... y mamelletes de Santa Àgueda.

Este último es un dulce excepcional: al primer mordisco te envuelve un aroma a coca de patata, con una suave textura y un asombroso sabor a almendra, sin pasar por alto mugró (pezón) de cereza que se corona en su cima. No las podéis comer todo el año, tan solo las encontraréis desde principios de febrero hasta mediados de marzo. Así que si no queréis esperar un año a probarlos, ésta es vuestra última oportunidad.

Los propietarios de la panadería (y también cafetería) cuidan al máximo la calidad del producto que elaboran y sirven. Lo mismo han hecho con los detalles decorativos del local: senalles que sirven de lámparas, cortinas o cojines hechos de tela de colchón antiguo o antiguos elementos recuperados del pasado. Los productos del municipio también tienen su espacio en Can Pep. Su bellísima estantería acristalada cede el protagonismo al Licor Sermita, al vino de Ca sa Padrina, Son Prim y Can Ramis, al aceite virgen extra Oli de Jornets, y a la harina de xeixa, la mermelada y el pebre de tap de cortí de Can Caló.