El irlandés Les Regan prepara excelentes pescados frescos, por ello son la especialidad de Mood Beach. El lenguado es un buen ejemplo. Preparado a la plancha con un poco de aceite y presentado sin espinas junto con una variedad de verduras (brócoli, espárragos, gírgoles, patata, tomate, etc.). La influencia francesa del chef queda patente al servirlos con beurre blanc (salsa de mantequilla y vino blanco) con el que uno riega el pescado al son que imponen las olas del mar, entre sorbos frescos de Son Caló de la bodega Miquel Oliver de Petra.

Si alguien opta por entrantes, recomiendo las mordales de cranca con mantequilla líquida de aceite y perejil, unas pinzas listas para degustar directamente en el paladar. En cuanto a postres, el papel principal recae en el crumble de manzana y mora con helado de vainilla.

Ahora bien, preparar un delicioso plato requiere de un buen equipo que lo sirva y que esté atento al cliente, sin molestarle, que sepa idiomas, incluido el propio de Mallorca. Así pasa en Mood Beach gracias a la coordinación que impone elegantemente el maitre Naïm Terrache. Precio medio: 50 euros.

Pero Mood Beach es más que un restaurante, es un complejo ideado con mucho gusto por la británica Margaret Whittaker. Su transparente piscina y sus camas balinesas hacen que el verano sea más placentero. Por 49 euros puede alquilar una todo el día, un servicio que incluye uso de la piscina, toallas, copa de cava y aperitivos. Además, cada viernes, hacen clases de salsa, de 22 a 23.30 horas, por 15 euros (con consumición) y si uno quiere continuar la fiesta y bailar, la entrada es de 8 euros con copa.

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