La recta final de la primavera es la época ideal para ir a aquellas playas a las que solo se puede acceder a pie: las temperaturas todavía no son lo suficientemente altas como para agobiarse durante el camino. La serra de Tramuntana esconde muchas de las calas recónditas de difícil acceso, playas pequeñas, en su mayoría rocosas, que son un paraíso para quienes buscan tranquilidad y aguas transparentes.

Empezamos la ruta en el extremo norte de la Serra, en Cala Castell, una playa de cantos rodados y paisajes lunares de unos 200 metros de longitud totalmente virgen y ajena a cualquier tipo de comodidad o servicio. Se accede desde los terrenos de Ternelles por un camino que se prolonga durante 8 kilómetros: la excursión requiere tiempo pero merece la pena la visita a esta playa aislada y diferente a lo que uno encuentra habitualmente en la isla.

Si seguimos hacia el extremo más occidental de la Tramuntana, ya en el municipio de Deià, llegamos a la playa de Llucalcari, otro de los pequeños tesoros de rocas y aguas cristalinas que se encuentran en esta zona de la isla. Se puede acceder estacionando el vehículo en la misma localidad que le da nombre -aunque el aparcamiento es limitado- pero también se llega desde Sóller o Deià a través de una agradable excursión.

A pocos kilómetros encontramos otro pequeño rincón con una vida submarina sorprendente y un pequeño embarcadero en el que tumbarse a tomar el sol. Se trata de la zona de baño de sa Foradada, justo bajo la roca que le da nombre, y a la que se accede desde la zona del restaurante, en la carretera que une las localidades de Valldemossa y Deià. El trayecto para llegar al mar está bien señalizado y, tras 40 minutos de descenso, aproximadamente, el visitante llega a la bonita -y pequeña- zona.

En el municipio de Banyalbufar merece la pena una visita a sa Pedra de s'Ase. Para ello lo mejor es estacionar el vehículo en el mirador de 'ses Ànimes' para empezar el descenso pocos metros después. El destino, como en el caso anterior, es un pequeño embarcadero con rocas planas en las que sentarse a descansar, 'scars' con embarcaciones y artículos de pesca de los vecinos de la zona y calma, mucha calma.

Por último, ya en el otro extremo de la Serra de Tramuntana, no hay que olvidar la belleza de Cala en Basset. Una playa de cantos rodados con pinar en el que descansar o comer a la sombra y unas aguas transparentes que permiten disfrutar de un fondo marino rico en peces, algas y otras especies. A Cala en Basset se accede desde Sant Elm por una bonita excursión que enlaza también con las casas de la finca de 'sa Trapa'.