Sí, una vez lo vi. Sólo una. Ni siquiera me acerqué. Bastante tenía con saber él mismo que de alguna forma formaba parte de la plaza. Como un aliciente más en el catálogo en donde se habla de Marraquech. Juan Goytisolo, como escribía de él el barroco andaluz José Manuel Caballero Bonald, era esquivo, mucho más cuando tenía que soportar la reata de turistas que se creían en el derecho de acercarse al escritor al café de France para, por favor o sin él, pedirle que se hiciera una foto con uno, o con el grupo entero, o sea, un trofeo turístico para luego enseñar cómo se enseña en el comedor la cabeza del ciervo abatido.

Una vez lo vi allí, sentado, en una esquina, compartiendo mesa y charla con sus amigos de la medina, o eso supuse para darle un aire más poético a un hombre del que conozco más su vida que su obra escrita. Me emocionó saber que se fue a Marruecos y vivió con su hombre, Abdelhadi, un amor que incluía a la familia de su pareja, en su casa de la medina de Marraquech. De allí, como un horno fructífero, salieron muchos de sus libros fundamentales. Y desde luego Alquibla, una serie cumbre sobre el islam, que escribió y presentó Goytisolo para TVE, serie de una belleza y una intensidad intelectual que la elevan a la categoría de clásica. Con música de Luis Delgado, y dirigida por Rafael Carratalá

Alquibla fue escrita y presentada por Goytisolo en 1988. Creo que fue viéndola cuando por primera vez supe de los derviches giróvagos, fascinándome sus movimientos en trance que inflaman sus vestidos blancos hasta alcanzar el éxtasis. El Cairo, Estambul, la mujer en el islam, o el rifeño Abdelkrim forman parte de su legado. A ver si lo vuelvo a ver por Jemaá el Fná.