Me dirán cursi, me dirán que he claudicado. Es posible. O no, y sólo resulta que hay cosas que sí y cosas que no. Y esta vez, hablando de Pablo Motos, ha tocado sí. El equipo no sólo ha vuelto en forma, que ha vuelto, sino haciendo datos de audiencia como de joven atleta.

Para su vuelta, como el que escribe pautas, directrices, algo así como el sumario de intenciones, El Hormiguero grabó un vídeo con decenas de rostros conocidos, tanto de aquí como de allá, tanto de dentro como de fuera del programa, actores, cantantes o deportistas que han pasado por el plató, que conocen el espíritu de los peluches Trancas y Barrancas. Y lo han bautizado con la idea motriz que, dicen, moverá la nueva temporada, o sea, darle la vuelta a la tortilla, a las cosas, a la vida, a la situación, a los momentos. Vamos, lo que viene siendo El Hormiguero.

De Ricky Martin a Elijah Wood, o de Antonio Banderas a Íker Casillas y, claro, de Juan Ibáñez a Damián Molla -las hormigas-, coreando las letras de una canción que dice que si un día nace torcido siempre se le puede dar la vuelta a la tortilla. Es un vídeo mil veces visto. Pero en su simpleza está la fuerza de su mensaje, su eficacia. Es un retrato perfecto del programa. Siempre dispuesto a divertir, a que la gente pase un rato no bueno sino estupendo. Lástima que siga viendo al responsable mayor con exceso de rigidez.

Pablo Motos invita a divertirse a sus invitados, pero él es el único que parece no divertirse. Y eso me pone muy tenso. Manías de espectador. Pero en el vídeo que comento consiguen que el mensaje llegue, y han tocado mi lado sensible.