El estado de salud del joven de hermoso desaliño Salvador Sobral se agrava, y lo hace por minutos porque su corazón parece no aguantar más.

La noticia sobre el estado del portugués ganador del pasado festival de Eurovisión va ocupando con lento interés el sumario de los contenidos de magacines, redes sociales, y medios en general.

La voz y la canción ´Amar pelos dois´ son de las que te hacen tilín, de las que te avisan fuerte de que el milagro de la emoción se produce porque algo parecido a una descarga eléctrica te recorre desde las vísceras a la célula más alejada de tu piel.

En contraposición, en la acera de enfrente del frío industrial, las respuestas que recibía Jordi Évole la noche del domingo de Carles Puigdemont, de sangre gélida y mueca helada, de convicciones pochas, de reptil cínico y acorralado. Van a faltar un par de Salvados para descuajaringar las altas torres de esa pamema de la derecha catalana aupada por una izquierda atroz, desnortada y estúpida que ampara un vodevil que de paso lo va destrozando todo. Ni siquiera las bobadas del inepto Mariano Rajoy ayudan en la misma dirección con tanto ahínco. Viendo Salvados comprobé una vez más que, perdonen la vulgaridad, me la sopla el ´procés´ y los chiriplitifláuticos de una bancada y otra. Así que termino deseando mejoría al portugués y preguntando lo que pregunta en un tuit José Manuel de la Loma, La Opinión de Málaga, con oportuno cachondeo no exento de inquietantes consecuencias, ¿Os habéis fijado que desde que está lo del referéndum ya no ponen en la tele los anuncios de la Casa Tarradellas? Ahí lo dejo. Venga, Évole, invita ahora a Oriol Junqueras y acabas con esto en dos días.