Empezó el año hace unos días y aún no he hablado de Mariló Montero. Y eso no puede ser. Que no decaiga. Como su programa en las mañanas de La 1 es irrelevante, y se pasa las horas hablando del colesterol y de la tensión, y dale que te pego, y vuelta a empezar, hay que vigilarla cuando sale del plató de la pública buscando otros horizontes. Con lo bien que estaría ella en Telecinco, rediós.

Yo es que la veo echa una rosa platicando con Paquirrín del alma trasplantada y esas cosas, tirada en el sofá, enfundada en su pijama. Está claro que Mariló está pidiendo a gritos entrar en la cadena de estos perullos -o sea, zafio, vulgar, en el habla de Murcia, adjetivo sonoro y gráfico. Perullo no podría estar en el rosco de Pasapalabra porque su definición no viene en la RAE, y es una pena.

Esa palabra es una joya tallada por el ingenio popular. Perullo no está en el diccionario de referencia español ni en Pasapalabra, pero Mariló sí. ¿Qué hace Mariló Montero en Pasapalabra, se preguntarían los fieles del programa de Christian Gálvez al verla el viernes? Pues concursar, que le sacamos punta a todo. ¿O es que una intelectual no puede ir a un concurso de cultura a promocionar su libro? Quizá no es superventas comoBelén Esteban, que escribió uno y, asómbrense, sin faltas, pero se curra la promoción igual. Que hay milagro en el libro sin faltas de la Esteban está claro leyéndola en el blog de GHVIP. Lean. «Hola compañeros que tal estais todos espero que muy bien yo aqui hechando mucho de menos todo aqui dentro de la casa€».

Basta. ¿Dejó alguna perla Mariló? A ver esta. Pregunta. Cómico que creó Charlot. Respuesta. Groucho Marx. Un fallo lo tiene cualquiera, jolines.