La primavera ha entrado rara, con energía desatada, como una mula que se niega a hacer lo que se espera de ella. Ayer por la tarde lo decía el climatólogo Jacob Petrus, ese tipo que da pasitos cortos al andar y hace gestos que me recuerdan mucho al gran Chiquito de la Calzada cuando presenta los vídeos de ´Aquí la tierra´, uno de los programas más interesantes para divulgar el amor y el respeto por la naturaleza que podemos ver en La 1.

El tiempo está loco, decía, y la prueba la vemos en esta rara entrada de la primavera. En paralelo, casi todos los informativos abrían, y siguen abriendo, con el tiempo como noticia de titular destacado. Lluvias, rachas de aire que arrancan de cuajo árboles, que levantan como escamas de pescado techumbres de polideportivos o naves industriales, socavones por donde se pueden colar autobuses, olas con crestas de espuma que pueden alcanzar los siete metros, o riadas que recuerdan a las crecidas del Nilo.

Por el norte peninsular, nieve y un frío que corta el aliento, y por eso da cosilla ver a los reporteros de los noticiarios o magacines -que les hacen la competencia a los de ´España directo´ en TVE, que no sueltan el cetro del tiempo haga el tiempo que haga. Todo, con tal de no hablar de asuntos que podrían molestar al Gobierno-, cubiertos por la nieve para hablar de la nevada en mitad de carreteras cortadas por las inclemencias.

Y por el sur, riadas. Como la del Genil en la vega granadina. Coño, mi pueblo, dije viendo el otro día ´Más vale tarde´. Y así era, Mamen Mendizábal dio paso a unas imágenes donde se veían inundadas la vega y la carretera del pueblo. Villanueva de Mesía, decía el rótulo. No, queridos. Sin "de". Es Villanueva Mesía. Los de pueblo somos así.