La Sexta sigue a su rollo, o sea, informando y creando opinión, sin que se note mucho la frontera desde la que dispara. En estos tiempos de beligerancia informativa no es fácil mantenerse en mitad del fuego cruzado de los bandos. Claro que la cadena pequeña de Atresmedia tiene línea editorial determinada, y es muy legítimo, pero no de forma tan zafia como otros emporios periodísticos, sobre todo públicos.

Seré claro. El subidón de audiencia de La Sexta en todos sus programas donde prima la información, el debate, la crónica periodística, o la opinión, continúa desde el pasado domingo, 1 de octubre, ya que la convulsión política en Cataluña lo ha incendiado todo. Así, ´Al rojo vivo´ , ´Más vale tarde´ , ´El objetivo´ , o los informativos, son referentes de una audiencia que sabe que la vapulean si su referente es La 1, por un sitio, o TV3, por el lado catalán.

Más que cadenas al servicio del ciudadano, dando información veraz, contrastada, sin asomo de manipulación ni favoritismos al partido que rige el Gobierno, con hilo directo en las mesas de los jefes, son auténticas maquinarias de propaganda. Es decir, no se da información de calidad, no se hace un periodismo normalizado. Se expele material de alto contenido ideológico que se nutre de componentes tóxicos.

Yo no alcanzo a ver TV3, pero sí estoy al tanto de opiniones de gente con criterio. Y lo que hacen es una auténtica afrenta reduciendo la información a basura partidista. La 1 sí la veo, es decir, sí la sufro. Y roza la infamia. ¿Es La Sexta la panacea? Ni mucho menos. Pero ocupa un lugar donde, con matices, ha sabido conquistar algo tan intangible en periodismo como la credibilidad. En tiempo de trincheras, falsedades, y propaganda, es muchísimo.