En el intercambio de mensajes entre su majestad la reina doña Letizia Ortiz y el empresario Javier López Madrid, imputado por el uso de las tarjetas opacas de Caja Madrid, río de mensajes al que se une el mismísimo monarca, Felipe VI, se lee que la ex periodista se refiere al amiguito -un nuevo «Luis, sé fuerte» real-, como «compi yogui» ya que reina y amiguito del alma hacen yoga juntos, son compi yoguis.

Cosa de pijos. ¿Sabía usted algo de esto? Si sólo ve La1, no. Si sólo ve Telecinco, tampoco. El silencio sobre estos mensajes de ánimo de los monarcas a su rico compi, justo cuando saltaba la noticia de que, entre otros pajarracos, Javier López Madrid se gastó 34.8000 euros, la mitad en restaurantes, ropa y agencias de viaje, es en la tele pública un silencio que da asco, un silencio que produce bilis y rabia.

Otro lamparón más en su ficha. La indecencia informativa de TVE es tan burda que informa no de los mensajes sino de que Rafael Catalá, en funciones como ministro de Justicia, ha puesto en marcha la máquina para investigar la filtración que publicó El Diario.es. Ridículo, antiperiodismo, lo llama el Consejo de Informativos, que recuerda que la noticia de la investigación no se contextualiza, dejando al espectador sin entender nada.

La reina, en los mensajes, muestra unas formas más vulgares y ordinarias que las estiradas y distantes a las que nos tiene acostumbrados. Es como si el corsé de reina altiva le estallara en la intimidad y liberara a la pija choni que todos llevamos dentro -¿todos?-. Por eso llama «mierda» al suplemento que publicó lo de las tarjetas. Pues eso, doña Leti, esto es una puta «merde», aunque no seamos compi yoguis.