A falta de morsa en taparrabos que tirarse al agua como hizo Antena 3 con el humorista Falete, Telecinco tiró al agua hace una semana a un fideo grimoso que, como todos los charlatanes, tiene escaso el sentido del humor porque de lo contrario su personaje como engaña viejas apenas tendría recorrido en noches de soledad desesperada, así que en vez de foca, al agua Sandro Rey.

Esta criatura del señor, un botarate criado bajo la mama purulenta de la TDT que mueve a risa aunque a él le repatee que lo imiten convertido en un sujeto de chufla, resulta que es, viendo el listado de los concursantes del trampolín, uno de los más conocidos. No sé a ustedes, pero a mí un tal Arturo Requejo, una tal Laura Manzanedo -nombres copiados de la web de la cadena-, Andrea García, uno que se llama Javier Castillejo, y así un puñado más hasta completar el aforo de ilustres ignorados, no me suenan de nada, no sé de qué cuadra han salido, ni me importa.

Aunque yo no conozca a esta peña, la clientela de la cadena seguro que sí, porque seguro que son criaturas de Mediaset. Con su pan se los coman. Este programa, como otros de la familia, es de una idiotez muy conseguida, siendo alicientes, los obvios. A saber. Que alguien se estampe contra el agua y haya que tirar para el hospital, que a alguno de los señores se le salga un huevo o se lo rompa o se le note mucho o nada el paquete, que a alguna o a varias de las señoras se les reviente la silicona, enseñen una o varias tetas, o al llegar al fondo de la piscina, y a pesar de los esfuerzos, se queden allí para siempre.

Así las cosas, no ha cambiado la pregunta. ¿Qué pinta ahí Sandro Rey? No, por favor, quita de ahí ese paquetillo.