Aquí está mi felicidad, escribía en una foto colgada en su cuenta de Facebook hace un año el joven árbitro de fútbol Jesús Tomillero. Su felicidad es David, su novio, con quien vive. Hasta aquí todo normal. ¿Normal? He dicho árbitro, fútbol, y amor entre hombres. Malo. Son cosas que no casan. Jesús lo sabe muy bien. Desde ese día de la foto en Facebook ha ido soportando insultos, chistes gruesos, mofas groseras, y cada vez que pitaba algo que no convenía al equipo afectado sabía que podía comenzar un disparadero de palabras mayores.

El día 26 del mes pasado, durante el partido entre la Peña Madridista Linense y otro equipo de La Línea de la Concepción, ambos de tercera, es decir, equipos de nenes de 15 ó 16 años, pitó un fuera de juego. Y empezó de nuevo el vendaval. Esta vez por alguien del equipo local. Maricón, te vas a hartar de comer pollas. Comepollas, te gusta que te partan el culo. Te espero fuera, maricón. Son alguno de los insultos que Jesús recibió ese día, que lo paró en seco y decidió no seguir porque no quiere llegar llorando cada día a su casa, donde con David, «está mi felicidad». El mundo del fútbol es machista y homófobo, y todo eso se lo inculcan a los chavales.

La Federación Arco Iris ha denunciado a los autores de la última afrenta. El Comité Andaluz de Árbitros no ha dicho ese árbitro es mío. Calla como un puto barato. Sí le han mandado mensajes de apoyo Mariano Rajoy -el joven árbitro es el del PP-, Susana Díaz o Pablo Iglesias. Las teles, sobre todo La Sexta, que atiende estos abusos con una ejemplaridad que debiera copiar TVE, también han ventilado el caso. Tomillero no es el único, pero ha abierto vereda. Y le honra.