Está claro que no puedo hablar de los contenidos porque ambas series se estrenaron este lunes. Velvet, en Antena 3. B&B, de boca en boca, en Telecinco.

Detrás de Velvet, nada menos que la productora Bambú, con Ramón Campos como cabeza visible de un entramado de excelentes guionistas, directores, iluminadores, músicos, diseñadores.

Detrás de B&B, de boca en boca, nada menos que la productora Globomedia, con Daniel Écija como cabeza visible de un entramado de excelentes guionistas, directores, iluminadores, diseñadores.

Detrás de Bambú, Gran Hotel o Gran Reserva. Detrás de Globomedia, Águila Roja o El internado. En Velvet, terciopelo para la noche del lunes, Paula Echevarría y Miguel Ángel Silvestre. En B&B, redacción de revista de moda para la misma noche, Belén Rueda y Gonzalo de Castro. ¿A dónde quiero llegar? A lo que parece claro. Que la ficción española vive un momento de gloria.

Que las dos grandes cadenas, los dos grandes emporios audiovisuales, apuestan por lo mismo, y lo mismo en este caso -crucemos los dedos- es la calidad, lo bien hecho, la creación de una industria que tiene que ver con el talento y la creación, y lo mejor de todo, que el público no sólo responde sino que parecía necesitar estas dosis de historias con sello de proximidad.

A estas alturas es una idea superada, y desde luego una idea sin base, decir que estamos en pañales en relación a otras producciones extranjeras. La producción de El tiempo entre costuras, por ejemplo, tira por tierra esta idea. La producción de Velvet, casi todas las de Bambú, también lo demuestra. Por lo pronto, enhorabuena. Ya habrá tiempo de afinar en los comentarios.