La mallorquina Vicky se convirtió este miércoles en la gran triunfadora de la segunda edición de 'MasterChef'. Ha pasado de ser un carnicera en paro a salir del plató engalanada con la chaqueta blanca de cocinera.

-¿Quién le ha contagiado la pasión por la cocina?

-Mi madre y mi hermana son cocineras. Mi padre también lo era. En mi familia tenemos mano para la cocina y nos encanta comer. Cuando tenía ocho años cuidaba a mi hermano y a mi sobrina porque mi hermana y mi madre se iban a trabajar. Ellas me dejaban la receta apuntada para que cocinara y lo pillaba rápido.

-¿Cuál fue su primer plato?

-Siempre me acordaré, unas lentejas que me salieron saladas, saladas. No eran comestibles.

-¿Qué le llevó a presentarse a MasterChef?

-Un día estaba sentada en el sofá y decidí enviar la solicitud porque cuando veía el programa, siempre decía: "esto lo hago yo". Me apunté por apuntar y me llamaron.

-¿Se veía en la final?

-No me imaginaba ni entrar. Nunca me había apuntado a nada y a una que me apunto, me llaman. En todas las pruebas de eliminación, siempre pensaba que me iba.

-En la embajada italiana perdió los nervios. La presión la superó. ¿Teme que su actitud la perjudique?

-Perdí los nervios porque todo el rato me estaban cuestionando los platos por una vez que estaba convencida de que lo hacía bien. No soy tonta, tengo olfato y sé cuando un plato está bueno o no. Y me dio mucha rabia que me dijeran lo de la flor cuando el plato ya había salido y no antes. Me puse nerviosa y salió la Vicky que llevo dentro. Los que me conocen, lo vieron normal (sonríe). Pero es que para ser jefe de cocina tienes que tener mala leche porque sino se te suben a la parra. Mi actitud me perjudicó bastante. No me valoraron los platos pero creo que estaban a la altura de ser finalista. Estaba muy contenta con mi trabajo y ningún comensal se quejó por la flor.

-Emil muchas veces la ha acusado de estratega, de querer eliminarle. ¿Se imaginaba una final sin él?

-Siempre pensé que Emil llegaría a la final. Dudaba de mí, pero pensaba que los finalistas seríamos Emil, Mateo y yo, aunque Cristóbal cocina muy bien no pensaba que llegase a la final ya que venía de una repesca. Creía que ganaría Emil. Me llevo muy bien con él y ha sido un gran apoyo. Era una rivalidad amistosa.

Vicky ha crecido en una familia de cocineros

-Muchos espectadores se han indignado por su salida. ¿Cree que es injusto?

-Me hubiera gustado verle en la final porque se lo merecía, lo que pasa es que hay que evolucionar. Empezó tan bien que no se ha superado y creo que esperaban más de él. Yo me esperaba una final Emil-Mateo o Emil-Vicky. Si los jueces así lo han decidido será porque es justo y no les voy a llevar la contraria. Eso sí, era el que más conocimientos de cocina tenía.

-Programa tras programa, ¿ha aprendido a confiar en si misma?

-MasterChef me ha ayudado a confiar más, a no tener miedo y a estar segura de que puedo hacerlo bien. Me ha enseñado a ser atrevida.

-¿Qué gran lección ha aprendido de MasterChef?

-Que tengo que escuchar y que me queda mucho para aprender. Además, valoro más las cosas.

-¿Qué es lo peor que ha llevado durante el programa?

-Estar aislada y sin contacto con los familiares. Lo peor han sido los nervios, los temblores, las broncas y los platos que en casa me salen bien y allí los hacía fatal.

-¿Cómo es Vicky entre fogones y sin cámaras?

-Cocino tomando una cerveza, con música y haciendo varias cosas a la vez. Y eso de fregar mientras cocino, no es lo mío. Soy un desastre. De hecho, me encanta cocinar.

-Dejó claro que prefiere un 'pa amb oli' a las esferificaciones de tomate. ¿No se ve en la alta cocina?

-La verdad es que la alta cocina me está picando la curiosidad. Nunca me había gustado pero ahora tengo muchas ganas de llegar a casa, comprar todos los utensilios y empezar a practicar. Al final lo que no me ha gustaba, ahora me gusta. Igual que los postres.

-¿Qué ingredientes básicos debe tener un buen chef?

-Una cabeza bien amueblada y unos buenos cuchillos para trabajar.