El rostro del actor Carlos Olalla es conocido por los múltiples papeles secundarios que acumula en series y filmes muy populares en el panorama nacional. Entre ellos destacan, por citar algunos, sus apariciones en ficciones televisivas como ‘Velvet’, ‘Cuéntame cómo pasó’, ‘La que se avecina’ o ‘El príncipe’, o en películas como ‘No habrá paz para los malvados’ o ‘Grupo 7’. Pero su situación en los últimos tiempos no refleja este éxito profesional.

El actor ha afirmado en declaraciones a Cadena Ser que no llega a fin de mes, y que actualmente sobrevive de recitar poemas en el metro de Madrid junto a su anciana madre, la escritora autora de doce libros -y actriz esporádica- Marina Maristany.

En febrero de 2015 Olalla anunció que abandonaba los escenarios en señal de protesta por el IVA cultural y que no regresaría a ellos hasta que el Gobierno lo redujera. La reivindicación del actor parece que no cala en los dirigentes, pero el actor no se resigna y lleva su situación con dignidad. “"A veces hay que bajarse de los escenarios para no perder contacto con la realidad”, defiende, a la vez que sostiene orgullosamente que “en nuestra hambre y en nuestra dignidad mandamos nosotros, no ellos, y eso es lo único que nos queda."

Del mismo modo, su madre también lleva la cabeza bien alta: "No me asusta nada ser pobre, lo reconozco con orgullo", afirma, porque “los contrastes que tiene la vida” le parecen “maravillosos”.

Olalla defiende que al recitar poemas, ellos no piden, sino que dan. Pregonan su reivindicación a los pasajeros y defienden al resto de profesionales de la actuación que, como ellos, no pueden vivir de subirse a las tablas.

Porque en España, solo 8 de cada 100 intérpretes viven de su profesión. De los que sí consiguen trabajar, más del 50% no superan los 3.000 euros anuales de ingresos, según los datos de un estudio del colectivo de actores y bailarines en España realizado en septiembre.

Para Carlos Olalla, la situación que atraviesa no es un caso aislado. Cree que en España se vive un menosprecio a la Cultura, “asfixiada por el IVA cultural”, porque desde las altas esferas no se quiere que la gente piense. “¿Por qué están criminalizando la cultura? Porque no quieren que la gente piense. ¿Qué podemos hacer los actores y actrices? Luchar para que la gente piense", argüe Olalla.

A continuación, el mensaje con el que anunció su lucha en febrero de 2015.

SE ACABÓ. ME BAJO DEL ESCENARIO. Amo al teatro por encima de todo. Por eso la de esta noche en el Alfil ha sido mi última representación. Hace dos años gané el premio de periodismo cultural Paco Rabal con un artículo titulado 'El teatro es un acto de resistencia'. En él defendía que hacer e ir al teatro era un acto de resistencia ante el genocidio de la cultura que practica este gobierno. Hoy, harto de trabajar en los escenarios en condiciones esclavistas, sin cobrar un duro y dependiendo de que amigos o familiares vengan a verte porque las salas no pueden invertir en promoción, he entendido que me equivocaba. Seguir trabajando en estas condiciones es hacerle el juego a un gobierno que criminaliza la cultura. Nosotros, trabajando sin cobrar, estamos escondiendo la realidad del sector. Ha sido nuestro trabajo no remunerado durante todo este tiempo el que ha hecho que muchas salas permanezcan abiertas. Pero el teatro es una profesión, y como tal debe ser remunerada. El público no es consciente de la realidad de nuestro sector, con un paro superior al 90%, una precariedad laboral del 98% y una retribución por hora en las salas de teatro alternativas que, en el mejor de los casos, no alcanza los 50 céntimos la hora. Y nosotros,con alfombras rojas o manteniendo abiertas salas alternativas gracias a nuestro trabajo esclavo, estamos contribuyendo a ello. Por eso, porque amo tanto el teatro, no volveré a subir profesionalmente a un escenario hasta que bajen el IVA. Solo me veréis en funciones benéficas apoyando las causas en las que creo, pero no a un gobierno que desprecia, persigue y criminaliza la cultura”.