En ´Juego de tronos´ sabemos, por experiencia, que a la novena va la vencida, y la sexta temporada no fue una excepción a esa regla no escrita que convierte el penúltimo capítulo en la gran cita del año. El 6x09 titulado ´La Batalla de los Bastardos´ nos dejó, además de la tan anunciada contienda entre Jon Snow y Ramsay Bolton, algunos impagables pasajes de deliciosa y esperada venganza que, no olvidemos, es nombre de mujer.

((Atención: esta noticia contiene spoilers))

Pero antes de llevarlos hasta las puertas de Invernalia con los dos bastardos, David Benioff y D.B. Weiss tenían preparado un aperitivo que, como ocurre en estos días con los cócteles en las bodas, es plenamente capaz de saciar por sí solo.

Meereen, sitiada por la flota de los Gandes Amos empeñados en que la Bahía de los Esclavos vuelva a hacer honor a su nombre, es nuestra primera parada. Allí, y tal y como era de prever, el fuego que llueve sobre la Gran Pirámide y sus aledaños no tardará el volverse contra las fuerzas esclavistas. ¿De quién fue la idea de atacar con fuego el feudo de la Madre de Dragones?

Pero antes de que, a lomos de su majestuoso Drogon y flanqueada por sus otros dos 'hijos' Rhaegal y Viserion, Daenerys empuje con solo una palabra -Sí, "Dracarys" otra vez- a la rendición a las tropas esclavistas, tiene lugar una interesante conversación entre la reina recién regresada del Mar Dothraki y su ahora mano derecha Tyrion. Con la habilidad y facilidad de palabra que le caracteriza, el Lannister logró aplacar la ira de la Daenerys de la Tormenta para evitar que la joven Targaryen repitiera los errores de su padre y consiguió que encontrara pragmatismo en su venganza. Un gran servicio de cara a las guerras venideras.

¿Duelo de bastardos?

Con Meeren de vuelta a su libertario ser y con los Grandes Amos domados a fuego, es hora de viajar hasta el Norte para asistir al primer cara a cara entre los bastardos.

Un trámite necesario, el del parlamento previo a la batalla, en el que ninguno confía y que solo les sirve para intentar mostrar su determinación ante los suyos y escudriñar a su adversario. De hecho, Jon propone incluso obviar la gran batalla y evitar miles de muertos resolviendo la contienda en un duelo por combate. Propuesta ante a la que Ramsay solo le faltó enseñar su dedo corazón.

En ese tenso encuentro también estuvo presente Sansa -"mi amada esposa", como se refiere a ella el Bolton en tono burlón- que más tarde, ya en la preparación de la batalla, avisará a su hermanastro: "Yo viví con él, sé cómo piensa (...) No es el tipo que cae en las trampas, es el que las prepara para otros". Y Lady Stark, como ocurre casi siempre últimamente, tenía razón.

Tras las advertencias de su hermanastra, la siguiente parada en la vigilia de Jon le lleva hasta la mujer que devolvió la vida. A ella, a Melisandre, le lleva un mensaje claro: "Si caigo, no me traigas de vuelta". Pero, una vez más, la sacerdotisa roja responde algo así como 'será lo que Dios -el mio, claro, el de la luz y el fuego- quiera'. Es más, incluso le señala a Jon que puede que tan solo haya vuelto para librar y ganar esta batalla. ¿Profecía o exceso verbal ante su nuevo 'comandante y jefe'?

Kraken y Dragón se alían en Meereen

Tras este 'previo', la trama nos devuelve durante unos instantes hasta Meereen donde los hermanos Greyjoy se presentan ante Daenerys. Tras aguantar los reproches de Tyrion, que no olvida actitud de Theon en su estancia en Invernalia allá por la primera temporada, ni tampoco su traición a la familia con la que se crió, son Asha y Daenerys -hijas de reyes deficientes y aspirantes a reinas primerizas en un mundo misógino- quienes se centran en sus paralelismos y sellan un acuerdo.

Alianza que aporta a Daenerys un centenar de barcos -y quienes los tripulan- que sumados a la rendida flota de los Grandes Amos le es suficiente para, con sus Inmaculados, sus dothraki y, sus tres dragones, cruzar el Mar Angosto y plantarse -AL FIN- en Poniente.

Ramsay y sus dichosos juegos

Pero eso, Euron Greyjoy mediante, está por ver. Es hora de regresar a las gélidas llanuras del Norte donde las dispares fuerzas de Jon Snow y Ramsay Bolton se encaran. Y es el bastardo del hombre desollado en su estandarte el que rompe los esquemas trazados por Jon y Ser Davos la noche antes en su tienda de campaña con uno de sus macabros juegos.

Y su juguete no es otro que Rickon Stark. El crecidito Rickon Stark que a pesar de haber duplicado su zancada -y del desesperado galope de su hermano que sale presto a su encuentro- no puede escapar de las flechas del psicópata Bolton. Una de ellas le atraviesa el corazón acabando con la vida del joven de los Stark y a su vez con la cordura estratega de su hermanastro, que se lanza a la desesperada, y en solitario, contra los miles de hombres de los Bolton en un ataque suicida. Jon es más que un legionario, no es que no tenga miedo a la muerte... es que ya ha estado allí.

Un fraternal arrebato que consigue exactamente lo que Ramsay había planeado: que las raquíticas fuerzas de norteños y salvajes pasen al ataque comandadas ahora por un Ser Davos obligado a saltarse el plan y seguir en su furibunda e inconsciente embestida a su líder que, curiosamente, exhibe ante las flechas toda la suerte de la hace tan solo unos instantes careció su hermano pequeño.

Montañas de muerte

Es entonces cuando la cámara de Miguel Sapochnik, director de este colosal capítulo, nos lleva hasta las sangrantes entrañas de la batalla, siguiendo los pasos del personaje de Kit Harington en una sucesión de rápidas y brutales imágenes. Guerra en estado puro sobre montañas -literalmente- de cadáveres en la que Tormund y Wun Wun protagonizan algunos momentos memorables y en la que solo hay un gran ausente. Efectivamente. Todos, puede que incluso el propio Jon, se preguntan... ¿dónde está Fantasma?

Desde el punto de vista estratégico, todo se va sucediendo al son que marca la media sonrisa de Ramsay, que ve como después de que el lobo muerda el anzuelo, su plan se cumple paso a paso hasta llegar a la que será una asfixiante y total derrota de Snow y los suyos... Entonces, justo cuando parece que todo está perdido, es cuando Sansa gana la guerra.

Bueno, siendo rigurosos la ganó hace un par de capítulos, con esa no tan misteriosa carta que escribió en ´El hombre destrozado´ (The Broken Man). Los caballeros del Valle, convocados por Meñique se lanzan como un torrente azul contra la infantería de los Bolton que rodeaba a las últimas fuerzas fieles a la causa de los Stark.

La vieja tata tenía razón

Ojiplático, a su manera, Ramsay huye a Invernalia donde busca atrincherarse y esperar que cambie su suerte. Pero no contaba con que el último gran servicio del colosal Wun Wun sería convertir en realidad una de las imágenes con las que las historias de la Vieja Tata aterrorizaba a los pequeños Stark antes de dormir: Un gigante echando abajo el portón (eso SÍ es un portón) de Invernalia.

Ensangrentado y rabioso, Jon se planta ante un Ramsay que, testarudo en su sociopatía, no deja de disparar flechas hasta el último momento. Y cuando está a punto de matarlo a golpes, la mirada su hermanastra, que se ha ganado el título de Lady Stark por méritos propios, basta para detenerle. Y es que Sansa tiene una sorpresa preparada para su esposo.

Así, y mientras el lobo huargo gris sobre el fondo blanco hielo de los Stark vuelve a presidir los muros de Invernalia, Sansa ve cómo los perros de caza de los Bolton devoran a su amo después de verbalizar su venganza ante el bastardo de forma sencillamente magistral: "Tus palabras desaparecerán. Tu casa desaparecerá. Tu nombre desaparecerá. Y los recuerdos de ti desaparecerán". Pues eso. Perro a los perros.