Después de recorrer con éxito los escenarios españoles, el actor Alberto San Juan desembarca el próximo día 13 (21 h) en el Teatre de Lloseta con ´Autorretrato de un joven capitalista español´, un monólogo en el que narra su propia vida para repasar, desde una visión crítica y humorística, la historia reciente de España. El día anterior, el 12, a las 20 horas, mantendrá un coloquio abierto en Can Danús sobre El Teatro del Barrio, una cooperativa en Lavapiés que tiene el objetivo de hacer política, agitar conciencias y cambiar las cosas desde el teatro y la cultura. Su último proyecto en este grupo teatral: dirigir ´Ruz-Bárcenas´.

—La obra se estrenó en abril de 2013, cuando aún no había irrumpido Podemos. ¿Ha tenido que modificar el texto?

—Es una pieza muy abierta a la que le voy introduciendo cambios cada cierto tiempo. Además de Podemos, también tuvo lugar la abdicación del Rey. Creo que estos dos cambios son muy importantes y que desde ellos la situación en España no es la misma. Este país no es el mismo desde el 15-M.

—¿Marcó esa fecha un antes y un después?

—Sí. Desde ese momento la autoorganización ciudadana ha ido a más y eso ha tenido una manifestación electoral muy clara.

—Podemos.

—Sí. Es un puñado de gente muy valiosa que nace de la fuerza de la autoorganización ciudadana y popular.

—A Podemos se le ha criticado, entre otras cosas, el nulo poder que tienen las agrupaciones territoriales.

—Ahora el gran reto es construir una organización totalmente democrática. En ese debate están ahora mismo. Es bueno sumarse a él.

—¿De dónde surge Autorretrato de un joven capitalista español?

—Surge de la necesidad de entender qué está pasando en mi país en los últimos años. Una situación que me empujó a leer mucho, a hablar sobre el tema y a pensar. Este monólogo es fruto de esas lecturas y conversaciones.

—¿Le han acusado en algún momento de haber escrito un panfleto?

—Me da igual. Es un monólogo en el que yo digo lo que me da la gana. Para mí una persona sobre un escenario contando un contenido ya es teatro. Luego está que sea aburrido o no. Pero es teatro. En esta pieza he utilizado el humor, pues mi escuela es Animalario.

—Este monólogo también se ha definido como un relato desmitificador de la historia reciente.

—Lo es. Pretende ser una mirada subjetiva y fragmentaria sobre la historia de mi país desde el año de mi nacimiento. Necesitamos que se analice profundamente nuestra historia reciente para cambiar el presente.

—¿Se refiere a la Transición?

—Sí. El relato dominante de la Transición omite y manipula demasiadas cosas y sirve a unos intereses determinados.

—¿En qué medida ha cambiado su trabajo en los últimos años y cómo lo está enfocando?

—Mi trabajo estable siempre ha sido en la compañía Animalario. Pero hace dos años que nos separamos. Al acabarse Animalario, me han llamado para otros proyectos pero llegó un momento en que no necesitaba elegirlos y decidí meterme en El Teatro del Barrio, en Lavapiés, una cooperativa formada por un grupo de gente muy heterogénea en la que hacemos un tipo de teatro muy marcado por lo político. El teatro es una herramienta para proporcionar información útil a la gente y para contribuir al debate de ideas. Adoro el teatro universal, de repertorio, pero ahora me planteo el teatro como herramienta política. Creo que cada uno a su manera y esté donde esté puede participar en ese cambio social necesario.

—¿Los ciudadanos deberían hacer también algo de autocrítica?

—La pieza comienza precisamente con un texto que reflexiona sobre en qué medida participamos en este sistema que no vale para nuestra felicidad. También va de cómo romper el contrato con las grandes compañías, los bancos... En definitiva, en cómo salir del sistema.

—¿Ve posibilidad de cambiarlo?

—Hay pocos momentos en la historia en que haya una parte amplia de la sociedad que piense que pueden cambiarse las cosas. Ocurrió en la II República, que fue aniquilada por el Franquismo, en la Transición, que fue vendida y manipulada por los líderes políticos, y ocurre ahora. En este momento hay una confrontación abierta y está por ver qué va a suceder.

—¿Y qué propone: reformar el capitalismo?

—El capitalismo tiene que ver con ganar dinero sin límite y cuando pones tu atención vital en acumular bienes materiales me parece que se pueden degradar las posibilidades de la vida. No creo que la cuestión sea reformar el capitalismo, sino inventar otra cosa. Yo no creo en ninguna clase social, no quiero clases. Creo que podríamos conseguirlo.

—¿Las opiniones políticas pueden poner en peligro la carrera artística?

—A mí nunca me ha pasado, que yo sepa. Veo que Penélope Cruz y Javier Bardem han tenido problemas en EE UU. Se ve que allí son más intransigentes que nosotros. En Occidente se habla con mucha facilidad de la libertad de expresión. Pero hasta tal punto hay presión que a veces uno tiene que retractarse de sus opiniones. En España sé que Willy Toledo sí tiene cerradas las puertas del cine y de la tele por sus opiniones políticas. A mí me llaman muy poco. Yo nunca he tenido diez guiones sobre la mesa, pero sé que Willy sí y ha pasado a cero.