Con un guión inexistente y una imaginación deslumbrante, esta pequeña compañía de teatro consigue crear una atmósfera mágica y divertida sobre el escenario. Lorenzo Pons, Pere Pau Sancho, Germán Conde y Diego Ingold son los integrantes de Trampa Teatre, una compañía de improvisación que cumple ahora su tercer aniversario.

Se iniciaron en el mundo del teatro desde muy jóvenes y conocieron la improvisación cuando todavía era terreno algo desconocido en la isla. "Llegamos a hacer impro con Carles Castillo, que fue quien introdujo todo este tema en Palma. Nos picó el gusanillo y empezamos a improvisar en los Martes Alternos, donde coincidimos los cuatro", cuenta Lorenzo.

Diego y Germán pertenecían a la compañía de improvisación Chico Rata, mientras que Lorenzo y Pere Pau venían de Impropalma, por eso, cuando se encontraron improvisando juntos en Martes Alternos, "había algo de rivalidad", explican entre risas. "Con el tiempo, nos fuimos conociendo y empezó a haber feeling. Surgió la idea de crear una sala, de unirnos en una misma compañía y juntar ideas y experiencias. Pensamos que por qué no unir fuerzas. Era una propuesta arriesgada, pero creíamos en ella", explican.

Al principio, la búsqueda de un lugar donde actuar resultó complicada debido a los escasos recursos con los que contaban. "Cogimos un local que era una vivienda y abrimos una asociación cultural, por eso todo aquel que viniera a vernos tenía que hacerse socio de forma gratuita. Al fin y al cabo, era una 'trampa' que nos permitía hacer lo que queríamos hacer", cuentan. De ahí surgió su nombre, Trampa Teatre, algo que han conservado a pesar de su mudanza.

Ese primer local se les quedó pequeño muy pronto, sus tres funciones por semana completaban el aforo al máximo cada noche y eso, junto al tema de la legalidad, les llevó a buscar otro sitio donde poder actuar. Pasaron unos meses en el Centre de Cultura de Sa Nostra mientras continuaba la búsqueda de un nuevo teatro y allí, a pesar de que el aforo se ampliaba notablemente (190 plazas), lograron el lleno casi absoluto durante los 20 días de Navidad. "En el café-teatro donde estamos ahora nos cabe mucha gente, podríamos estar en uno más grande, pero era inviable", explica Lorenzo.

Sin un plan de márketing previo y sin tener nada programado, Trampa Teatre ha logrado atraer a todo tipo de público. "Tenemos un precio asequible (5 euros), creamos un ambiente agradable y divertido, somos muy cercanos y, además, la improvisación en sí misma se renueva a diario, siempre es diferente y a la gente le gusta y eso se traslada por el boca a boca", aseguran.

La improvisación como forma de vida

Antes de cada actuación se dan energía con un cálido abrazo, algo que denota una fuerte unión tras tres años juntos. La improvisación, además de ser un modelo teatral, puede llegar a ser un estilo de vida según explican: "La impro en sí misma articula una manera de llevarse que es muy positiva. Todo el mundo tendría que hacer dos niveles de impro mínimo en su vida. A través de estas técnicas hemos aprendido a llevarnos mejor. Problemas, muchos; los mismos que cualquiera, pero sí que sabemos llevarlos mejor que en otros negocios y digerirlos mejor". Para Lorenzo, todo el mundo debería hacer improvisación e incluso podría enseñarse en las escuelas: "Es una filosofía de aceptación total, de que no importa líder y que todo el mundo puede ponerse de acuerdo simplemente queriendo".

Además de actuar, cuentan con una escuela de improvisación. Una idea que les permite transmitir sus conocimientos e ideas a sus alumnos y dar a conocer esos valores a través de la improvisación. "El tema de la empatía, el desapego... todo esto es algo que aporta la impro y son cosas que hacen falta en la sociedad en la que vivimos", comenta Diego.

En un futuro les gustaría que la compañía se convirtiera en un referente, pero que también lo fuera la escuela: "queremos que la escuela de Trampa tenga un sentido y una manera de trabajar, que eso tenga sus frutos y se convierta en un modelo", afirman.

Traspasar fronteras no es sinónimo de éxito

Sus actuaciones han cruzado el Mediterráneo, llegando a ciudades como Madrid o Barcelona pero aseguran que ellos van por otro camino: "hemos hecho una apuesta distinta a la de las demás compañías, tenemos nuestro espacio donde la gente sabe que aquí va a haber impro, tenemos unos horarios y eso nos ata un poco, porque si salimos fuera para actuar, perjudicamos al público de aquí que llena la sala siempre", explican.

Lorenzo asegura que "no hace falta salir al extranjero para triunfar, vivir de esto aquí para nosotros es un éxito". "Queremos vivir aquí, es en la isla donde queremos fomentar que se hagan cosas de este estilo, es aquí donde hay que trabajar, en Madrid está todo hecho. Hemos encontrado nuestro sitio", afirman tanto Diego como Pere Pau. "Parece que si no actúas en una gran ciudad o no te conocen allí, ya no has triunfado. No creemos que que nos aplauda el público de Madrid, por ejemplo, sea mejor que que nos aplauda el de Mallorca", explican.

Existen muchas razones para ver un espectáculo de improvisación: su inmediatez, espontaneidad y novedad pueden ser la más claras. "Todos los programas están editados, incluso las obras de teatro están ensayadas. Esto es lo más auténtico, el público está con nosotros creando; es bonito pertenecer al momento de creación", comenta Pere Pau, a lo que Lorenzo añade: "somos cuatro actores muy distintos cada uno y lo que intentamos aquí es pasarlo bien y que la gente se divierta con nosotros".

Celebración del tercer aniversario

Con motivo de este tercer año de vida que cumple Trampa Teatre, se llevará a cabo una larga fiesta el próximo domingo 19 en la Terraza del Luna (Plaza del Vapor, Santa Catalina, Palma) de 12:00h a 00:00h. Será de entrada libre, habrá paella (7 euros), improvisación, música en directo, actividades para niños, karaoke y más improvisación.