El Casal Solleric propone con su exposición Toni Catany. D'anar i tornar una nueva mirada de la obra del fotógrafo mallorquín más internacional. A través de 140 obras, una veintena de libros inéditos y una multitud de objetos que el creador guardaba en su estudio de Barcelona, la Planta Noble emprende un viaje por el universo de Catany. Se trata de un recorrido que permite al espectador comprender mejor el extenso mundo del artista. Aunque la exposición posee un evidente carácter retrospectivo, el objetivo es revelar un Catany muy diferente de cómo se le conoce. Los encargados de comisariar este universo son dos amigos del fotógrafo: Antoni Garau, director de la Fundación Toni Catany y Alain D'Hooghe, vicepresidente de la entidad.

Después de 26 años de La meva Mediterrània, Catany vuelve al Solleric por la puerta grande. En la presentación de ayer, sus íntimos colaboradores no dudaron en afirmar que estaría muy feliz y orgulloso de este D'anar i tornar. De hecho, esta ida y vuelta es lo que describe a la perfección el universo de Catany, "un ciudadano del mundo que siempre volvía a su Mallorca natal", como define la directora del cultura de la Fundació Catalunya-La Pedrera, Margalida Viza. Garau desveló que desde el primer momento tenían claro que no querían plantear esta muestra del legado de Catany como una retrospectiva, por ello, optaron por volver a sus orígenes y revisar el trabajo del llucmajorer. El resultado es una "mirada transversal que entrecruza cronologías y geografías", desde su Mediterráneo hasta el Caribe o la India poniendo énfasis en su última etapa hasta 2013. Así, el visitante emprende un "sugerente viaje de ida y vuelta" por la cartografía íntima de Catany, que le permite recorrer los sitios y los objetos, además de las inquietudes y obsesiones que encontramos en sus imágenes y que configuran su imaginario.

Primera parada, 1967

La primera parada de este paseo tiene lugar en 1967 con la fotografía El niño de Eivissa, que fue cuando el creador se dio cuenta de que a través de las imágenes podía expresar sus sentimientos. De hecho, varias frases del artista engalanan y a la vez explican sus creaciones. "Mis fotografías son autobiográficas, tanto si hay un cuerpo como si enseñan un melocotón. Cuando necesito expresarme, las fotos que hago tienen que salir del corazón". En esta primera sala, sus fotografías enseñan paisajes con la técnica del calotipo y cuerpos desnudos. El visitante también será testigo de las Miradas fortuitas, un conjunto de retratos conseguidos con Polaroid transportada. Los colores invaden la siguiente sala con sus imágenes del Caribe: retratos de su gente y objetos comprados en aquellos viajes y que luego ya en su estudio fotografiaba con composiciones que ahora transportan al espectador al otro lado del océano.

El paseo hace una parada obligatoria en sus bodegones y naturalezas muertas, las creaciones que lo catapultaron a la fama internacional. El viaje continúa en la sala titulada Materia oscura, un espacio que expone unas cuantas cámaras del creador, que explica que el 06/05/06 fue el día en que enterró las cámaras analógicas y las sustituyó por las digitales. El resultado son unas fotografías digitales que evocan a sus primeros calotipos. En este punto es donde el paseo tiene una parada de lo más especial. Imágenes inéditas visten un precioso espacio recuperado del Solleric, el conocido como Es Lligador.

Asimismo el espectador puede sumergirse con más profundidad en el mundo de Catany con el documental El temps i les coses. Sus altares profanos son una de las últimas series creativas que se exponen en este D'anar i tornar que se despide con un conjunto de imágenes de Cossiols tomadas en 1985 y publicadas en 1997 como homenaje a su madre Maria Jaume Salvà. La última parada de este viaje por el universo es una enorme imagen del Premio Nacional de Fotografía junto a una bola del mundo de su infancia y que años más tarde fotografió en Natures Mortes Núm. 70. Y es que toda la exposición es una ida y venida.

En la presentación, Garau incidió en que la exposición quiere revelar un Catany diferente de cómo se le conoce. Clásica, tradicional, neopictorialista e, incluso, nostálgica son algunos de los adjetivos utilizados para definir su obra pero los comisarios quisieron dejar claro que sus fotografías también son audaces y llenas de sorpresas. "Es una obra moderna", sentenciaron. Y tras este paseo por el universo del artista de Llucmajor, uno se da cuenta que su obra es "ingente, exhaustiva e insistente con las temáticas". "Con esta exposición pretendemos que la gente quiera conocer mucho más a Toni Catany". A modo de resumen, Margalida Viza describió que "en D'anar i tornar encontramos desde el Catany más sublime hasta sus naturalezas muertas, sus imágenes del Mediterráneo, sus retratos del Caribe y un conjunto de piezas inéditas que no se han visto nunca pero que él mismo seleccionó para futuras muestras que nunca se hicieron".

D'Anar i tornar, que permanecerá en el Solleric hasta finales de agosto, es una exposición que ya han visto 150.000 personas y que se inauguró en mayo del año pasado en La Pedrera, en Barcelona de la mano de la Fundació Catalunya-La Pedrera y la Fundació Toni Catany. Tras una itinerancia en Madrid, ahora recala en Palma. "Era una obligación y un compromiso con Catany y los ciudadanos traerla aquí", reconoció el regidor de Cultura de Cort, Llorenç Carrió. La planta noble del Solleric abrió ayer las puertas que dan acceso al mundo de Catany en una inauguración llena de autoridades y personalidades del mundo cultural.